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Reportaje:

13 entrenadores en cuatro años

El Alavés, finalista de la Copa de la UEFA en 2001, no se libera del 'tic Piterman'

Manix Mandiola, al menos, conservó su dignidad. "El que tenga que tomar una decisión, que la tome", declaró el domingo tras sufrir en Córdoba la cuarta derrota en su sexto partido como entrenador del Alavés e intuyendo su inminente despido. Fue un avance. Con menos decoro se plantó ante la prensa Chuchi Cos, quien, también con la soga al cuello, sostuvo que la derrota -aquélla fue por 6-1 ante Las Pamas- había sido injusta porque su equipo fue superior al rival. Claro que la dignidad nunca fue el fuerte de Cos, tres veces nombrado entrenador, destituido y vuelto a nombrar por Dmitri Piterman, el presidente del club vasco entre 2004 y 2007.

Ni Cos ni Piterman siguen hoy en Vitoria, donde la honradez de Mandiola ejemplifica la cultura del trabajo y la paz social reinantes en la entidad desde su marcha. Pero ni el paso del tiempo, ni el nuevo presidente ni los tres administradores concursales que deben refrendar cada una de sus decisiones han logrado borrar del código genético del club el virus inoculado por el empresario estadounidense de origen ucranio y, así, el Alavés siguen funcionando a golpe de destitución.

El de Mandiola, oficializado ayer, es el 13º cambio en el banquillo de Mendizorroza en cuatro años y medio cuando en los diez previos sólo había conocido dos. No es casual que aquella década de estabilidad fuera la más lustrosa en la historia del Glorioso, sometido ahora a un procedimiento concursal (antigua suspensión de pagos), obligado a malvender su escaso patrimonio para hacer frente a su elevada deuda y en peligro de descenso a la Segunda División B cuando hace ocho años era la envidia de Europa.

El 16 de mayo de 2001, el Alavés de Téllez, Jordi Cruyff y Javi Moreno caía (5-4), abatido por un gol de oro en propia puerta y en el minuto 118, ante el Liverpool de Gerrard, Owen y Fowler en la mejor final de la Copa de la UEFA, según varias publicaciones. Pero, tras tocar el cielo en Dortmund, el desplome del pink team -así se llamaba al equipo por el color rosa de la equipación que lució en aquella aventura europea- fue tan estrepitoso como meteórica había sido su ascensión.

Dos años después, Mané, su gran ideólogo, era destituido y el equipo descendía a la Segunda División. En el pozo, malherido y en grave riesgo de disolución, lo adquirió Piterman a precio de ganga y, pese al oropel inicial -Cos logró devolverle a Primera en su primer año-, el resto fue puro quebranto, sólo amenizado por el soniquete del carrusel de entrenadores: Cos, Monfort, Cos, Oliva, Luna, Bañuelos, Cos, Fabri, Luna, Uribe, Salmerón, Mandiola y, desde ayer, Javier López, cuarto preparador que presenta el actual dirigente, Ortiz de Zárate, en año y medio, un acto ya tradicional en la capital alavesa.

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