Declaración de intenciones

El primer espectáculo de la nueva etapa del Círcol Maldà es toda una declaración de intenciones. Pep Tosar, artífice del montaje y actual director artístico de la sala, asume el empeño -y el riesgo- de encontrar un sitio estable a este precioso café-teatro dentro de la cartelera barcelonesa con una programación regular y doble: una primera sesión con propuestas escénicas de pequeño formato que huyen deliberadamente del puro entretenimiento para centrarse en la palabra y una segunda basada en espectáculos musicales de carácter más cabaretero. En este sentido, abrir con la reposición de La casa en obres, montaje estrenado hace 10 años, resulta más que idóneo: por la alusión a las reformas que tan emblemático espacio ha sufrido (mejoras técnicas y de visibilidad, en detrimento, por otro lado inevitable, del encanto de la sala); por la materia del montaje, pura literatura reflexiva, y por el tratamiento que Tosar hace de ella.

Hablamos de poesía. La del poeta y novelista mallorquín Blai Bonet (1926-1997), cuya trayectoria vital y profesional constituye los cimientos de la casa del título -una alusión a sí mismo, pues decía estar siempre en construcción-, y la mirada poética con la que el propio Tosar desgrana, envuelve y da vida al autor de El mar. Sentado en un rincón del pequeño escenario, Tosar es Bonet tomando el fresco en una calle de su pueblo natal, Santanyí. Desde allí comenta episodios de su biografía y fragmentos de sus novelas y poemas al que viene a ser el tonto del pueblo, un personaje prácticamente mudo que le sirve de interlocutor. El monólogo de Bonet-Tosar se ve constantemente salpicado e ilustrado por escenas corales sobre esos u otros episodios a cargo del resto de los intérpretes, que se desdoblan en varios papeles. Son escenas simples, precisas, ágiles... El conjunto es el mosaico de un lugar y de una época, de unas experiencias y unos sentimientos en un tono que sabe conjugar lo introspectivo con lo ligero, de manera que entra muy bien. Su infancia rural, sus estudios eclesiásticos, la Guerra Civil, la posguerra, la tuberculosis que marcaría su vida y su obra: la esencia de Blai Bonet cabe en la hora y 20 minutos que dura el espectáculo. Un espectáculo riguroso, sobrio, delicado y emotivo.