Marguerite Reuter, la última de la dinastía familiar
La baronesa británica era una mecenas de las artes y la música
Marguerite, baronesa de Reuter, era la última superviviente de la dinastía fundadora de la legendaria agencia británica de noticias (Reuters). Aristócrata refinada y generosa, mecenas de las artes y la música, fallecía el pasado domingo a los 96 años en una clínica de Francia.
Nacida en el cantón suizo de Schaffhausen, en julio de 1912, estaba orgullosa de la nacionalidad británica que adquirió a raíz de su matrimonio con Oliver, cuarto barón de Reuter, de quien enviudó hace cuatro décadas. Su marido era nieto de Paul Julius Reuter, artífice en 1851 de la legendaria agencia con sede en Londres a la que impuso el apellido familiar, tras unos comienzos en Aachen (Alemania) utilizando cables telegráficos y palomas mensajeras. Reuters, con el tiempo introductora del teletipo como medio para difundir las informaciones, se centró en el servicio de noticias de interés general hasta los años setenta, cuando se especializó en economía y finanzas.
La baronía, un título alemán que le fue otorgado al fundador de la agencia en 1871, fue confirmada posteriormente por la reina Victoria, confiriéndole con ello los privilegios de la nobleza de Inglaterra. "El título muere con Marguerite", señalaba uno de sus amigos y antiguo gerente de Reuters, Michael Nelson, porque la baronesa y su esposo no tuvieron descendencia.
Sus amigos ingleses llamaban Daisy a esta dama amante del bridge, la ópera y el ballet, que hablaba varios idiomas y que no dejó de practicar el esquí hasta bien entrados los 70 años. Aunque se había desprendido de su participación accionarial en Reuters, quiso asistir en 2005 a la mudanza de la agencia desde la histórica sede de Fleet Street a Canary Wharf, el moderno centro financiero al este de la capital británica.
En los últimos años, la baronesa dividía su tiempo entre Montecarlo y Lausana, ciudad en que serán enterradas sus cenizas junto a los restos de su marido.
La muerte le sobrevino después de haber sufrido diversos ataques de apoplejía en meses recientes. Aquellos que la conocieron describían ayer a Marguerite como un personaje cálido y hospitalario, guapa, elegante y dotada de una sonrisa angelical.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.