"El portero debería dejarnos sordos de tanto hablarnos"

Tomas Ujfalusi (Rymarov, República Checa; 30 años) no intimida en las distancias cortas. El defensa central del Atlético de Madrid, un devorador de libros que habla seis idiomas, analiza las causas de la errática marcha de su equipo: sexto, a tres puntos de los puestos que dan acceso a la Champions. Le resulta igual de complicado que resumir la herencia genética del imperio austrohúngaro que recorre sus venas: "Mi abuelo paterno era rumano y mi madre eslovaca. Mi apellido es húngaro y significa nuevos pueblos. ¿Sigo?".

Pregunta. ¿Qué han aprendido sus compañeros y usted de tantos batacazos?

Respuesta. El 6-1 del Barça en el Camp Nou no sirve de ejemplo porque esas cosas suceden una vez cada cien años. Tres goles en los primeros ocho minutos... Aunque no sean agradables, no conviene olvidarlos nunca. Siempre hay que sacar algo positivo. En general, si pierdes, pero has estado superatento, has hablado incluso de más y te has metido en el partido desde antes de salir al campo, la derrota no duele tanto. Pero es que recibimos cantidad de goles en los primeros y los últimos minutos. Excesivos regalos.

"Si yo fallo, alguien tiene que arreglarlo. A veces somos demasiado cómodos"

P. ¿Les desconcierta la rotación en la portería entre Leo Franco y Coupet?

R. La defensa está igual de sincronizada, pero el que sea debe dejarnos sordos de tanto hablar con nosotros y dirigirnos. Cuanto más hables, más puedes evitar que seamos, por ejemplo, el equipo que más goles recibe a balón parado o más penaltis comete.

P. Maxi ha dicho que antes corrían los once. ¿Falta intensidad colectiva?

R. Es la verdad. Cometemos errores absurdos. La solución está en que, si yo fallo, alguien tiene que estar atento para arreglarlo. Quizás a veces somos demasiado cómodos.

P. Forlán, Simão, Maniche... Todos creen que les falta tranquilidad.

R. Es el equipo que, exceptuando al Barça, más goleadas ha logrado en la primera vuelta, pero, a la vez, sólo hemos terminado nueve partidos sin recibir un gol. Nos falta rigor. La tranquilidad la aporta la defensa, que no es sólo cosa de los de atrás, sino un deber del colectivo. Una escuadra grande no se defiende con cuatro jugadores. Todos lo hacen. El Barça, el Valencia, el Chelsea, el Manchester United... Rooney y Cristiano Ronaldo trabajan arriba. No dan tregua a la salida del balón. Son la punta de lanza, los primeros en presionar.

P. ¿Quién se lo ha puesto peor: Cristiano Ronaldo o Messi?

R. Vaya... Son los top del momento junto a Ibrahimovic y Ribéry. Pero quizás, hablando por todos los defensores, es más complicado enfrentarte a un jugador más pequeño, con un centro de gravedad bajo, que se gira y te rompe. Con los altos tienes mejores referencias. Por eso Messi es el mayor reto. Además, parece que no se cansa. Te busca en el uno contra uno los 90 minutos. Sé muy bien lo que digo...

P. ¿Y Agüero?

R. No puedo compararle porque no es lo mismo medirte en un partido que en un entrenamiento.

P. ¿Qué le dice su padre? Es su principal crítico.

R. Era futbolista y me lo enseñó todo desde que empecé a los cuatro años. Fue mi primer entrenador. Me decía por qué debía hacer esto sí y esto no. Me hacía jugar con niños tres años mayores. Así salí de bravo.

P. También le valdría algo el hockey sobre hielo.

R. Cuando tenía 12 o 13 años, el Sigma Olomuc se fijó en mí. Yo llegué agotado porque venía de jugar al hockey y mis padres me dieron un ultimátum. Tenía que elegir. Pero el hockey me sirvió: es más duro, el campo es más pequeño y los uno contra uno son más corrientes.

P. ¿Qué le enseñó Cesare Prandelli?

R. Me abrió los ojos al calcio. Creó un grupo en la Fiorentina que pensaba como uno solo. Sabíamos cuál era la función de cada cual, cuándo subir, cuándo bajar... No dejaba nada al azar.

P. ¿Sigue enamorado de Italia?

R. Cuando estaba en Alemania, en el Hamburgo, ya pensaba en irme allí. Para un defensa, ¡Italia es lo máximo! ¡Un master! Es realmente dura, pero aprendes muchísimos conceptos. La táctica se trabaja muchísimo. En Alemania se habla del partido toda la semana. En ese sentido, la presión es mayor. Se le da vueltas al más mínimo detalle. Dentro del campo, la cosa se complica más en Italia. La exigencia se da en el encuentro en sí.

P. ¿Y qué ha aprendido con Javier Aguirre?

R. Le gusta hablar con los jugadores. Siempre tiene la puerta abierta. Considera que la comunicación es vital. Y se esfuerza en cuidar el aspecto psicológico. Insiste en que nos defendamos entre todos, pero no es fácil aplicarlo. Al final, veremos los resultados.

P. ¿Es tan importante dar miedo?

R. Claro. Pero no por eso llevo pelo largo y barba. Aunque, si me ayuda a intimidar al contrario, perfecto. Una imagen dura te puede ayudar. Pero lo importante es cómo lees cada momento del partido y te manejas con el balón.

P. Ha habido partidos en que los laterales han jugado infiltrados. Usted tiene experiencia por la banda.

R. ¡También he sido centrocampista! Mi padre siempre me animó a ser polivalente y adaptarme a distintas posiciones. Mientras iba creciendo, retrasé la mía. Pero la banda derecha me encanta. Prandelli vio mis cualidades y me animó a ocuparla. Gracias a él, ahora valgo el doble. Y en mi selección hasta jugué por la izquierda supliendo a Jankulovski.

P. ¿Le recuerda la actitud anárquica del Atlético a cuando Turquía les eliminó de la Eurocopa?

R. No puede ser que perdiésemos con dos goles de ventaja a falta de pocos minutos. El caos se impuso al orden. No se puede perder un partido así. Pero es lo que tiene el fútbol. Te puede sorprender con cualquier cosa. No hay una ley fija. Es lo que le hace tan atractivo. Es un poco lo que tiene el Atlético, que no sabes por dónde te saldrá.