"Los anglosajones se extrañan de lo poco que cuesta embarcar"

Alfonso Bolaños es un hombre sencillo y risueño. A sus 55 años destila tranquilidad y parece muy identificado con su trabajo. Licenciado en Psicología por la Universidad Complutense, asegura que sus estudios le han ayudado "a comprender bien la naturaleza del ocio de los demás".

Él, precisamente, administra una cuota del ocio de madrileños y forasteros -hasta 350.000 el pasado año- que visitaron y se embarcaron en alguna de las 101 embarcaciones que surcan las aguas del estanque grande del parque del Retiro, construidas en la cercana localidad de Daganzo. Cien de ellas, de remos, para cuatro plazas; y otra, mucho más grande, alimentada de energía solar, que recorre el lago artificial madrileño en días luminosos con medio centenar de viajeros a bordo.

Años atrás la motora fue asaltada, y la denuncia fue por piratería

A sus órdenes trabaja una plantilla que alcanza hasta 32 personas en los veranos, cuando los visitantes se rifan materialmente la posibilidad de embarcar, por 4,5 euros, los tres cuartos de hora, y 1,20 euros por el paseo en la motora. "Los más entusiastas del estanque son, curiosamente, los anglosajones, que se extrañan de lo poco que cuesta embarcar", comenta Alfonso Bolaños, que reconoce que la gente a sus órdenes realiza un trabajo duro. "Su exposición permanente a la intemperie les obliga a protegerse: usan gafas de sol, ya que la insolación en una superficie tan grande, 240 por 180 metros, que es lo que el estanque mide, es enorme". "También es muy intenso el esfuerzo que despliegan cada día para retener las barcas con un bichero y conseguir así que los embarcados no caigan al agua", dice, para añadir ufano: "Desde hace muchos años, concretamente en 2001", precisa, "nadie ha caído aquí involuntariamente al agua", subraya. La profundidad en los litorales es de 1,5 metros, pero en el centro del estanque puede alcanzar hasta 2,10 metros. "Bajo toda la barandilla del oeste hay un zócalo de piedra que suele dañar mucho las proas de las barcas", advierte.

Asegura que "si una barca sufre una vía de agua y el navegante permanece sentado, la barca no se hunde, porque tiene cada una cuatro flotadores de poliuretano". Ello le permite respirar con cierta tranquilidad. ¿Cuenta en su equipo con socorristas? "Verá", responde, "hay un asunto normativo complicado: según las ordenanzas municipales y comunitarias, cada piscina olímpica debe tener turnos completos de socorristas, unos nueve por día. La superficie del estanque equivale a la de 32 piscinas olímpicas y resultaría, según la ordenanza, completamente inviable mantener ese servicio cubierto con tal norma". "Cuando surge una emergencia, hay dos motoras fueraborda que acuden velozmente al rescate", remarca.

Él lleva al frente de las instalaciones deportivas del estanque del Retiro desde 2001, fecha en la que comenzó la reforma, a base de greda de arcilla impermeable, del gran vaso de agua que baña las gradas del fastuoso mausoleo monumental erigido a principios del siglo XX para conmemorar la pacificación acometida en tiempos de Alfonso XII. "Hombre", confiesa, "durante una época era muy frecuente que algunos ciudadanos, sobre todo del Este de Europa, se tiraran al estanque desde las esculturas más próximas", comenta con una sonrisa.

Antes de llegar él a la rectoría de las instalaciones se produjeron los dos incidentes, recordados, más graves en la reciente historia del estanque. "Tiempo atrás, una mañana, apareció flotando un hombre al que habían asesinado". También en torno al año 1998, "un grupo de maleantes asaltó la barca motora que circunda el estanque y atracó a sus pasajeros". Y explica: "Dentro de la desgracia que aquello supuso, resultó, para algunos, divertido cuando en comisaría de la calle de Huertas, los concernidos por el atraco acudieron allí para denunciar 'un acto de piratería en el estanque del Retiro". Aunque reconoce: "Afortunadamente, aquellos años pasaron; la vigilancia en el parque ha mejorado muchísimo y los actos de gamberrismo se han reducido".

"Una bandada de cormoranes nos visita cada mañana, pero viernes de la reciente gran nevada, apenas se movieron de las aguas, porque el frío les debía resultar terrible", comenta sonriente. Otra huésped del estanque: "Una garza real, gris y azulada, viene aquí cada mañana, pero levanta el vuelo cuando el estanque comienza a recibir visitantes", subraya Bolaños. Dos clubes deportivos, uno de piragüismo y otro de remo, frecuentan el embalse madrileño.

Muy pocos madrileños saben que el estanque expulsa, para oxigenarla, su agua por dos conductos subacuáticos que la canalizan afuera y la reenvían de nuevo por dos grandes bocas por donde reafluye. Es el circuito que mantiene vivo el estanque, sobre el que se rodó la cinta El mayor espectáculo del mundo, filme de trama circense, que reunió a John Wayne y Claudia Cardinale, bajo la batuta del director Henry Hataway, producida por Samuel Bronston. "Ahora, son los fuegos artificiales de la primavera los que atraen aquí más gente, durante San Isidro".