Kaká se despide sin irse

Será el traspaso más caro de la historia. O quizá no. Pero promete ser uno de los más raros. Al acabar el sábado el partido Milan-Fiorentina (1-0, gol de Pato), un Kaká muy sonriente se abrazó uno por uno a sus compañeros mientras San Siro aclamaba a la estrella brasileña e insultaba al presidente Galliani (en ejercicio) y al presidente Berlusconi (en excedencia). La sensación de despedida parecía unánime. Kaká, siete años después, acababa de jugar su último partido con el Milan y se iba al Manchester City, que había ablandado el corazón del jugador y de los dirigentes rossoneri con una oferta "irrechazable", según el propio Berlusconi: 105 millones de euros de traspaso y otros 100 como ficha.

Pero ayer, sólo 24 horas después, casi nadie daba por segura la inminente marcha de Kaká. Algunos medios italianos recordaban que el jugador prefiere al Chelsea y espera un movimiento del Madrid en forma de presunta negociación express con Florentino Pérez, no confirmada. Y la fuente interesada, el Manchester City, emitió algunas señales de insólita cordura afirmando que la compraventa no se cerrará por ese disparate de dinero, sino por la mitad.

"Cien millones de euros por un jugador es una cifra absolutamente ridícula y además irreal", declaró al semanario londinense The Observer un portavoz anónimo del jeque Mansour bin Zayed al Nahyan, propietario del City y miembro de la familia gobernante en Abu Dhabi. "Es verdad que estamos negociando con el Milan, pero en absoluto por ese dinero", agregó.

El (casi) desmentido indujo a pensar mal a un sector de la prensa británica, que achacó el ruido por el traspaso récord a una estrategia de propaganda del gran vendedor italiano, Berlusconi, que fue recibido el sábado por la afición con este eslogan: "Berlusca, interista", en referencia al máximo rival.

La cosa sonaría sencilla: filtras una megaoferta imposible de igualar, durante unos cuantos días se habla del Milan en todo el mundo, finalmente retienes al jugador y el dueño del club queda ante todos como el buen patrón que escuchó los deseos del pueblo y se negó a dejarse ir al favorito. Berlusconi, en todo caso, abundó en la idea de la venta al declamar que resultaría "muy difícil retener" a Kaká si quiere irse.

Ahí salió a escena el jeque y lo que dijo pareció razonable. Aunque sólo fuera para tratar de bajar el precio. Según su asesor, Kaká "tiene un valor de mercado parecido al de los mejores jugadores. Pero, en la actual coyuntura económica, ¿quién puede garantizar un salario de 500.000 libras semanales?".

El portavoz añadió: "No hemos hablado con el jugador. Es sólo uno más en la lista que nos ha presentado Mark Hughes [el entrenador]. No olviden que el presidente del Manchester City es inteligente. No le gusta tirar el dinero". Otros creen que la causa de esas deprimentes frases es el desplome en las bolsas. Según recuerda el sensacionalista The Sun, el dueño del City perdió el viernes 487 millones de euros por la depreciación de las acciones de Barclays, que bajaron un 25%.

Todo son dudas y preguntas. Los técnicos responden como pueden. Hughes dijo ayer que "hace falta tiempo porque se trata del negocio más complicado de la historia del fútbol". Y Ancelotti negó que los abrazos a Kaká fueran de despedida: "Puede suceder de todo. Hay una oferta importante por un jugador importante y hace falta tiempo para decidir". La solución, en 24 o 48 horas. O quizá no.