_
_
_
_

El último héroe de Nueva York

"Si no hubiera sido por él, yo no estaría aquí", dice un superviviente sobre el piloto

"Si no hubiera sido por él, yo no estaría aquí". Mary Berkwits, una de las supervivientes de lo que en Nueva York se ha bautizado como "milagro en el Hudson" se expresaba ayer así con relación al piloto Chesley Sullenberger. El hombre que consiguió evitar el jueves la muerte de las 155 personas que viajaban en el Airbus A320 de la compañía US Airways, obligado a realizar un amerizaje de emergencia sobre el río neoyorquino a los pocos minutos de despegar del aeropuerto de La Guardia, se ha convertido en el héroe nacional de un país que ayer esperaba ansioso sus primeras declaraciones públicas.

Sullenberger, padre de dos hijas, a quien su mujer describió ayer desde California como un "piloto de pilotos que adora el arte de volar", lleva entregado al mundo de los aviones toda la vida. Primero fue piloto en el Ejército durante casi una década, manejando F-4, y desde hace casi treinta años trabaja en líneas comerciales como check airman, la persona que se encarga de formar y evaluar a otros pilotos.

El alcalde entregará la llave de la ciudad al comandante del avión siniestrado
Más información
Un amerizaje de libro
"Fue la sensación más vertiginosa que sentí en mi vida"

"Su acto de valentía es inspiración para millones de personas en Nueva York y en el mundo", declaró ayer el alcalde de la ciudad Michael Bloomberg anunciando que le entregaría la llave de la ciudad.

Sullenberger, de momento, sólo se ha dejado ver en foto puesto que el Comité Nacional de Seguridad en los Transportes le tiene secuestrado hasta que preste declaración en la investigación dirigida a aclarar las causas del accidente. Sólo entonces, previsiblemente en la noche de ayer (madrugada de hoy en España) podrá contarle al mundo qué pasó en esos cinco minutos en los que su destreza consiguió evitar una catástrofe.

Un día después del siniestro, los supervivientes, que salieron ilesos del accidente -a excepción de un hombre que se rompió las dos piernas-, fueron añadiendo detalles a una historia marcada por la destreza de un piloto, la eficacia de los servicios de rescate neoyorquinos y la calma de las propias víctimas.

"En cuanto chocamos, fuimos sacudidos hacia adelante y lateralmente y enseguida empezó a entrar agua", relató Elizabeth McHugh a The New York Times. "Empezamos a movernos con el agua a los pies, tratando de mantener la calma y de proceder en una fila ordenada hacia las salidas de emergencia", explicó Jeff Kolodjay, otro pasajero del vuelo.

"Yo salí del avión a la altura del ala y estaba sobre ella junto a otros pasajeros. Nos estábamos hundiendo poco a poco y el agua estaba muy fría. Intentamos calentarnos entre nosotros acercándonos mucho", relató Mary Berkwits. "Lo que más nos preocupaba es que si no llegábamos a tiempo, podría haber muertos", relató ayer Vincent Lucante, de la línea de transbordadores New York Waterway.

Él fue uno de los que dirigieron las acciones de rescate de la amplia flotilla de barcos que luchó contra la fuerte marea que aquel día agitaba el Hudson para rescatar a los pasajeros del avión lo antes posible. Según Lucante, "estaban todos temblando. Fue un alivio montar a los primeros niños en la barca. Cuando llegamos a puerto, empezaron a llorar". Una hora después del siniestro, todos los pasajeros estaban en tierra sanos y salvos.

Aparte de las especulaciones respecto al impacto de una bandada de pájaros contra los motores, de la que según el portavoz de US Airways informó el propio Sullenberger a la torre de control de La Guardia, ayer se descubrió que al aparato siniestrado le falta el motor izquierdo. "No está, tenemos que encontrarlo", dijo ayer Kathryn O. Higgins, miembro de la Comité Nacional de Seguridad en los Transportes. El avión fue remolcado tras el rescate de los pasajeros hasta Manhattan, para poder analizar las cajas negras y averiguar qué falló. Al cierre de esta edición tampoco se sabía si el motor derecho seguía en su sitio o también se había hundido en el río puesto que una de las alas aún estaba sumergida en el agua.

Chesley Sullenberger.
Chesley Sullenberger.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_