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Reportaje:METRO, ÚLTIMA PARADA | Herrera Oria

El vivero de Banús

Unos 50.000 vecinos utilizan la estación

Cuando se inauguró la estación de Herrera Oria, el 3 de junio de 1983, la red de Metro de Madrid alcanzó la bonita cifra de 100 kilómetros (hoy tiene 319 kilómetros de largo, si se incluyen las líneas de metro ligero). Al salir de la estación se encuentra una disyuntiva. En pocos metros hay dos letreros, uno anuncia una escuela de buceo y el otro, una escuela bíblica. La bíblica lleva más tiempo, desde 1969, en el barrio del Pilar, uno de los núcleos residenciales más densos de Europa. Sus más de 50.000 habitantes tocan a una hectárea por cada 368. Son muchos, comparados con los 39 habitantes por hectárea de Mirasierra (barrio limítrofe al norte) o con los 162 de Ventas.

José Heras lleva en el barrio casi tanto como la parroquia de Santa María de la Esperanza, donde está la escuela bíblica, desde mediados de los setenta. El barrio había nacido a finales de los cincuenta como la primera gran promoción inmobiliaria privada para alojar obreros inmigrantes. Suelo barato y pisos de dudosa calidad cuando todavía no se hablaba de "pelotazos". José (73 años, policía municipal jubilado) echa una mano en la iglesia y recuerda que cuando se mudó aquí "todavía un campo de trigo". "Donde el hotel de los del Real Madrid había una cárcel y La Vaguada era un vivero de Banús, el del puerto de Marbella". La promotora José Banús, SA, edificó toda la zona, que en los setenta subió de nivel con pisos de mejor calidad, como las torres de la Ciudad de los Periodistas; más aún cuando en 1983 el vivero se convirtió en el primer centro comercial a la americana de Madrid. José tuvo que esperar 11 años para que le diesen las llaves de su piso en 1976. "Cuando por fin nos mudamos, teníamos todos entre 25 y 35 años; en mi torre, ese año, nacieron por lo menos 60 niños, raro fue el matrimonio que después de tanto esperar no estrenase el piso".

El barrio nació a finales de los cincuenta para alojar a obreros

Hoy, los niños tampoco escasean. El quiosco a la puerta de la parroquia (anexa a un colegio) es un jolgorio de cromos y chucherías. Aquí también sufrieron los problemas de estar en la frontera de la ciudad -las drogas y los poblados-, pero este barrio ya no es el límite de nada, está totalmente integrado en la ciudad, rodeado por los cuatro costados. José señala a un lugar indeterminado tras la escuela de buceo. "Por allí detrás del Cerro de las Liebres aún queda alguna liebre, porque ya no se pasa hambre y nadie las caza".

Acceso a la estación del metro de Herrera Oria.
Acceso a la estación del metro de Herrera Oria.ÁLVARO GARCÍA
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