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Columna
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Previsiones para 2009

José Luis Leal

Las últimas previsiones del Fondo Monetario Internacional y de la OCDE postulan para España en 2009 una caída del PIB del orden del 1%. Por su parte, las cajas de ahorro prevén una caída del 1,5% y el Deutsche Bank, hace unos días, pronosticaba que el descenso podría llegar hasta el 2,5%.

La mayoría de las previsiones apuestan por una reducción de la demanda interna de más de dos puntos. La principal caída se registrará en la inversión como consecuencia del ajuste de la construcción y de la cancelación de inversiones en bienes de equipo por parte de las empresas. Hay que señalar que el auge de la construcción estos últimos años no impidió que las empresas siguieran invirtiendo en maquinaria, lo que constituye un factor de esperanza para años venideros.

Cada día que pasa se complica la situación de las empresas por los problemas financieros

También caerá el consumo. No hay previsiones detalladas sobre la renta disponible de las familias, aunque hay dos factores que justifican una reducción del consumo. Se trata, por una parte, de la disminución del empleo, que podría superar el 2% de la población activa (unas 400.000 personas) y que vendría a reducir la renta de los hogares a pesar del fuerte incremento previsto de las transferencias. A ello hay que añadir la posibilidad de un aumento de la tasa de ahorro de las familias: los datos de la Contabilidad Nacional trimestral correspondientes a la primera mitad del año reflejan un ascenso de la misma que es muy probable haya seguido a lo largo de los últimos meses y que se prolongue en 2009.

La caída de la demanda interna se verá parcialmente compensada por la aportación del sector exterior tras la previsible caída de las importaciones. Es razonable suponer que la elasticidad de estas últimas en relación con la demanda interna no cambie mucho en la fase descendente del ciclo económico. Por lo que se refiere a las exportaciones, también es razonable suponer que los problemas de la demanda interna forzarán a las empresas a buscar fuera de España mercados para sus productos.

Es cierto que la crisis internacional reducirá la demanda, pero también es cierto que en los últimos meses nuestras exportaciones han mostrado un cierto dinamismo que es de esperar que se mantenga. El déficit por cuenta corriente, que ha llegado a alcanzar el 10% de nuestro PIB, podría descender uno o dos puntos.

Estas previsiones son coherentes con las tendencias de fondo que condicionarán la evolución económica en 2009. Entre los factores expansivos hay que señalar la caída del precio del petróleo, que podría representar un impulso del orden de dos puntos del PIB, la reducción de los tipos de interés (en torno a un punto o punto y medio), y la política presupuestaria. De esta última tenemos pocas noticias, y, menos aún, estimaciones actualizadas, pero en el reciente informe del FMI, consultado con nuestras autoridades, se habla de dos puntos adicionales de impulso presupuestario para 2009, lo que llevaría el déficit público al 5% del PIB a lo largo del año. Por lo que se refiere a los factores recesivos hay que señalar, en primer lugar, la caída de la construcción, cuyos efectos plenos se dejarán sentir en 2009 y que podrían superar los cuatro puntos del PIB, la disminución de la demanda externa (un punto del PIB) y los efectos de la parálisis del crédito, muy difíciles de estimar.

Estos cálculos, estáticos y necesariamente aproximados, tienen sin embargo la virtud de señalar un aspecto importante del problema. El bloqueo de los mecanismos normales de crédito ha agudizado las ya de por sí graves dificultades de la economía. Es preciso recordar que los desequilibrios de la balanza por cuenta corriente han provocado un fuerte endeudamiento de nuestra economía que depende, mucho más que otras, de la financiación exterior.

Cada día que pasa se complica la situación de las empresas, cualquiera que sea su tamaño, como consecuencia de los problemas financieros. Éstos no proceden, como a veces parece sugerirse, de la mala voluntad de las entidades de depósito, sino de las dificultades que éstas encuentran para financiarse en los mercados mayoristas. No es un problema sencillo, pero lo que se ha hecho hasta ahora para resolverlo (los 10.000 millones de compras de activos financieros por parte del Tesoro) es insuficiente. Se trata de una cuestión prioritaria y lo que cabe esperar es que con el nuevo año se reconozca su urgencia y se avance tan rápidamente como sea posible en su solución.

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