"Te daré la paliza de tu vida"
Una versión radical de 'Otelo' denuncia en el teatro la violencia machista
"Desdémona, crees que soy frágil y voy a pegarte un tiro. Pero primero te daré la paliza de tu vida. Te reventaré la cara a golpes, te sacaré un ojo, te patearé el estómago, y si me duelen los nudillos de tanto machacarte la cabeza, me quitaré el cinturón y te daré cien latigazos, hasta que tus huesos revienten la hebilla".
Un famoso presentador de televisión de sonrisa casi perfecta se retuerce las manos y explica sus intenciones ante el público estupefacto. Se llama Gilles el Sonriente, posible tataranieto del Otelo de Shakespeare o Barba Azul. Chapotea en un charco de sangre imaginario, medita cómo matar a su ex mujer cuando ella llegue a casa, aunque eso signifique matarse a sí mismo, y alterna sus ideas con mensajes frenéticos que se proyectan en televisiones: amenazas de algún maltratador denunciado, videojuegos que consisten en pegar a prostitutas, chistes machistas e incluso letras de chotis como Pichi, "el chulo que castiga"... Es decir, el pan de cada día pero presentado de forma descarnada en Dónde Desdémona, que la compañía Clan de Bichos representa en la Cuarta Pared hasta el domingo.
"¿Por qué golpear borracho o drogado es un atenuante?", cuestiona la autora
"Esta obra surgió, curiosamente, a raíz de la sensibilidad de un hombre, el actor uruguayo Ismael Moreno, que se sorprendió al ver tanta violencia machista casi todos los días en las noticias. A partir de su reflexión, comencé a escribir para él este texto, que no es complaciente y espera mover conciencias", explica la dramaturga y directora Susana Sánchez en el camerino de la sala alternativa.
Decir que el texto no es complaciente se queda corto. En un momento de la actuación, Gilles el Sonriente (Ismael Moreno) coge la cabeza de una muñeca -una, ella, femenina, mujer- y la coloca sobre una trituradora que expulsa hilos de carne roja sobre el escenario. Mensaje directo y brutal a la conciencia del espectador. "Trabajamos con el subconsciente y el surrealismo para contar esta historia. Por eso buscamos impactar cuando damos vida a cosas inanimadas, como puede ser una muñeca, o cabezas de animales como un conejo, un pez, un cordero lechal y un pollo que, a través de la animación audiovisual, hemos convertido en tertulianos de un programa del corazón", añade el actor, especializado en teatro de objetos.
La historia transcurre en una era tecnológica donde los chats -excusa del maltratador protagonista, que tiene celos de un ciberamigo de su mujer-, los mensajes a móvil y el zapping se combinan con el demonio interior del agresor.
"Para mí, no es una enfermedad. Los maltratadores saben lo que hacen, no son violentos porque sí. No golpean a sus jefes, de hecho, se portan bien de cara a la galería. Sólo maltratan a su supuesto objeto de deseo, porque son torturadores profesionales", argumenta Sánchez, que para escribir el texto tuvo que empaparse de toda la violencia al alcance de la mano. No sólo titulares y noticias sobre asesinatos de mujeres, sino una búsqueda exhaustiva de canciones y videojuegos que fomenten la violencia, e incluso análisis de sentencias judiciales que perjudican a la mujer.
"Mi abogada me ha dicho que la próxima vez que te pegue, al menos beba antes una botella entera de whisky para que sea atenuante", afirma el personaje con escalofriante realismo. "¿Por qué golpear borracho o drogado es un atenuante y no agravante?", cuestiona la autora. "¿Por qué provoca tanto morbo este tipo de noticias? ¿Por qué los vecinos enseguida se asoman a la puerta de la víctima? ¿Por qué?".
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