China ahorra gasolina
Se ha dicho que el siglo XXI comenzó el 8 del 8 de 2008, el día en que se inauguraron los Juegos de Pekín, y parece como si China quisiera seguir inaugurando. La BYD Auto, siglas en inglés de (Build Your Dreams), o Construya sus sueños, con sede en Pekín, ha anunciado que este año comenzará a producir de manera masiva un coche cien por cien eléctrico. El sueño de los ecologistas.
BYD es ya líder mundial de fabricación de baterías eléctricas para móviles, y su presidente, Wang Chuanfu, ha asegurado que para 2015 la empresa será ya la mayor fabricante de autos de su país, lo que, teniendo en cuenta que China pasa de los 1.300 millones de habitantes y un buen tercio de ellos goza de nivel de vida más que decente, quiere decir millones de vehículos por año. No por casualidad la inversora norteamericana, Warren Buffet, ha adquirido un 10% de la BYD por unos 150 millones de euros.
La decisión está cargada de futuro. El barril de crudo transita arriba o abajo de los 40 dólares, y los expertos predicen que ese será el precio medio para 2009, después de haber llegado a los 150 en julio de 2007. Numerosos países productores están por ello en gravísimas dificultades económicas, como Arabia Saudí que tendrá este año déficit después de siete de saludables superávit; la Venezuela de Hugo Chávez, que había previsto un presupuesto sobre la base de entre 60 y 75 dólares el barril, ya no se podrá costear su dadivosa política exterior; y los Emiratos del Golfo, modelos de derroche suntuario, quizá duden antes de continuar invirtiendo en luz y sonido.
Aunque los efectos prácticos del proyecto tarden unos años en dejarse notar, el anuncio de Pekín ha debido helar la sangre en las venas a los grandes fabricantes de coches, a vueltas en Estados Unidos con costosos planes de salvamento a base de dinero público. Pero la decisión confirma, en todo caso, que China, en vez de ser el pingüe mercado que muchos imaginaban para Occidente, está inundando los pingües mercados occidentales con sus propios y novedosos productos.
Sería una cruel paradoja del destino que la demanda de petróleo se agotara por la competencia del coche a pilas antes de que los propios pozos se quedaran secos.
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