Confesiones de 34 actores fuera de foco

Ha pasado horas con ellos, hablando sobre su profesión, de cómo empezaron, sus miedos y sus sueños cumplidos, alejados de los focos de la promoción, la fama y los cotilleos. Arantxa Aguirre ha volcado las entrevistas que realizó, junto a José Luis López Linares, con actores y actrices para el documental Hécuba, un sueño de pasión, en el libro 34 actores hablan de su oficio (Cátedra). Son 34 encuentros a tumba abierta, con intérpretes jóvenes y mayores, hombres y mujeres, protagonistas y también secundarios, en los que Aguirre, ayudante de dirección, ha buscado los testimonios de la profesión. "Son gente combativa, vocacional, personas de acción, con un gran caudal de energía", asegura.

Victoria Abril

(Madrid, 1959)

"Actor puede ser cualquiera, la prueba viva soy yo. Me convertí en actriz sobre la marcha. Con un poquito de fotogenia (gracias a Dios, porque eso ni se compra ni se vende) y mucho sentido común. Y el hecho de que cada vez que suena la cámara y oigo: 'Motor... Acción...', es como si estuviera en Las Ventas".

Antonio Banderas

(Málaga, 1960)

"Es curioso, cuando empecé en esta profesión, viéndola desde fuera, no sé por qué me la imaginaba mucho más cruel, más compleja y agresiva de lo que es. Luego, me he dado cuenta de que el factor humano es muy importante y me he sentido muchísimo más respaldado de lo que nunca podía haber imaginado".

Javier Bardem

(Las Palmas de Gran Canaria, 1969)

"Recuerdo la primera vez que tuve esa sensación tan común entre los actores de verme desde fuera y disfrutar de ello. Era en el patio de mi colegio, a los cinco años, haciendo de nave espacial en La guerra de las galaxias. Fueron veinte minutos en los que el tiempo, el mundo y el colegio desaparecieron para mí. Creo que fue la primera vez que me sentí feliz dentro de una ficción".

Fernando Fernán-Gómez

(Lima, 1921-Madrid, 2007)

"Yo prefiero trabajar en el cine o en la televisión a trabajar en el teatro, precisamente porque a mí no me gusta, me sienta mal, me disgusta la presencia del público. Un poco echándolo a broma, siempre digo que es que a mí no me gusta que me miren mientras estoy trabajando".

Ramon Fontserè

(Torrelló, Barcelona, 1956)

"De las primeras veces recuerdo esa tensión y también el preguntarme: '¿Qué hago yo aquí?, ¿por qué me he metido yo en esto?'. Aun ahora, después de 23 años, todavía a veces me vuelve esa sensación de: '¿Qué estoy haciendo yo aquí?... con lo bien que estaría yo en otro sitio".

Ariadna Gil

(Barcelona, 1969)

"En este país no hay memoria, no ya para los actores jóvenes, que no debe haberla, sino para los que llevan toda la vida y deberían estar en un altar. Si sale mal una película, pasan de ser grandes a no valer nada, con lo cual nuestra

autoestima es algo tan variable que, o tenemos una seguridad en nosotros a prueba de bomba o si no estamos todo el día de aquí para allá".

Chus Lampreave

(Madrid, 1930)

"Los papeles secundarios y de reparto no tienen límite, porque los hay para todas las edades y tipos. Puedes tener cien años justos y que se necesite a una señora que tenga cien años justos. En cambio, es verdad que el protagonista de la película ya tiene que ser guapo, alto y siete condicionantes más".

Lola Lemos

(Brea de Aragón, Zaragoza, 1913)

"El teatro lo he dejado no por dificultades de memoria, sino por los camerinos. Hay dos camerinos abajo, que son para las primeras figuras, pero en cuanto eres una tercera figura, te toca subir escaleras. Y yo no quería más escaleras, porque ya había subido bastantes en mi vida".

Carmen Maura

(Madrid, 1945)

"Más vale no preocuparse. La gente poco ambiciosa tiene ventajas, porque es más feliz. Nunca sabes lo que vas a conseguir. Tengo la suerte de que he conseguido mucho más de lo que esperaba. Me hubiera conformado con trabajar y punto. ¿Actriz de cine? Nunca lo hubiera imaginado". -

34 actores hablan de su oficio. Arantxa Aguirre. Cátedra. Madrid, 2008. 688 páginas. 30 euros.