Tres rostros para el cine español
MIRIAM GIOVANELLI
Tras el éxito de la miniserie de Antena 3 El castigo, hará "de gorda en una película de Albacete y Menkes". No quiere papeles "sólo de guapa".
"MADRE mía". La reacción al ver el desplegable de la revista Man en el que la actriz posa ligera de ropa es tan unánime como entusiasta. A continuación, surge la duda: "¿Y ésta quién es?". Los 5,3 millones de espectadores que vieron El castigo, miniserie de Daniel Calparsoro emitida por Antena 3 el pasado diciembre, sí reconocerán a Miriam Giovanelli como a una de sus protagonistas. Basado en hechos reales, este drama recreaba un suceso del que los medios dieron noticia en 2006; cuando fue desmantelado un reformatorio ilegal de Girona en el que los internos malvivían en un régimen de constantes perrerías.
La actriz llega a la sesión de fotos vestida como lo hacía Kate Moss en 2007: con pitillos y sombrero borsalino. Dicen que la tele engorda. También debe envejecer, porque en El castigo, Giovanelli aparentaba más años de los 19 que tiene.
"¡Qué buena piel!", se admira la maquilladora. "Herencia por vía materna", desvela ella para luego añadir que el ligero estrabismo que tiene en un ojo también le viene de cuna. "Mi madre se lo ha operado, pero yo paso".
La niña no iba para actriz, porque adonde iba cuando la "descubrieron" era al colegio. Tenía 15 años y nunca se había planteado qué quería ser de mayor. Hasta que le paró un representante y le preguntó si le gustaría ser modelo. Ella aceptó, pero escribió el último capítulo de su carrera en la moda poco después, tras una campaña para Loewe. "Lo de posar no me convenció". La interpretación, sí. Su primer papel le llegó de la mano del director Luis Berdejo, que vio uno de los anuncios de la marca en el metro y le llamó para su corto Ya no puede caminar. Luego vinieron las películas Miguel y William (de Inés París) y Canciones de amor en Lolita's Club (de Vicente Aranda). La última aún está por estrenar: Mentiras y gordas, de Albacete y Menkes. En ella, Giovanelli hace de esto último, de gorda, previa dieta a base de cocidos. "Primero me ofrecieron otro papel, pero era de los que yo no hago". Porque ella no quiere hacer de guapa. "Ya sé que suena prepotente, pero no lo digo con esa intención. Los papeles de tía buena no me suponen ningún reto —quizás por que lo es— así que mientras pueda evitarlos...". INÉS MUÑOZ MARTÍNEZ MORA
TAMAR NOVAS
Es el hijo de Blanca Portillo ("una madre soltera militante") en Los abrazos rotos, de Pedro Almodóvar, que se estrenará el 20 de marzo.
NO responde precisamente al canon de actor "descamisable" que exigen las teleseries españolas: caída de ojos triste, ojeras maltrechas, todos los dientes separados y unas greñas indomables que coronan una figura alérgica al gimnasio. Lo suyo es más bien el fútbol. Juega en un equipo de aficionados junto a su colega Martiño Rivas, con quien compartió carrera de Comunicación Audiovisual en Santiago de Compostela. "Para mí la universidad supuso básicamente eso, hacer colegas. Y después, la oportunidad de cagarla sin mucho riesgo rodando cortos o aprendiendo todo el proceso del cine: la dirección, la banda sonora, la fotografía...".
Hay carreras que arrancan a trompicones y otras que se tejen por manos expertas. La de Tamar Novas, de 22 años, empezó en las de José Luis Cuerda, que lo fichó a su paso por un colegio de su Santiago natal para La lengua de las mariposas. Tenía once años y "sólo pasaba por allí, sin grandes pretensiones de nada". Y así fue. Hasta que cuatro años después recibió, como de la nada, la llamada del director de casting Luis San Narciso para una prueba en una película de Amenábar protagonizada por Javier Bardem. "Casi le cuelgo el teléfono, pensé que era una broma: eran mi director y mi actor favoritos". La broma de Mar adentro le supuso el Goya a actor revelación y la convicción de que sí podía dedicarse a esto. Cuatro años después, otra de las coñas de San Narciso... un casting para Los abrazos rotos, la peli que Almodóvar estrenará el 20 de marzo. "Siempre que me llama estoy a punto de colgarle, del susto y de la alegría". De la película, donde interpreta al hijo de Blanca Portillo, sólo anuncia que "ayudo al personaje de Lluís Homar a escribir; es un guionista ciego... eso ya se ha dicho, ¿no?", dice mirando alrededor, como temiendo que vaya a aparecer alguien de El Deseo de debajo de la mesa para cortarle la lengua. Y sonríe aliviado: "Para mí eso de no poder contar nada de la película es genial, porque así me ahorro explicaciones". BORJA BAS
ÁLVARO CERVANTES
Su protagonista junto a Clara Lago en El juego del ahorcado, que se estrena el 23 de enero, puede convertirle en uno de los rostros del año.
PARA El juego del ahorcado, Manuel Gómez Pereira buscaba a un joven Banderas, un chaval moreno, con un aire latino. "La gente dirá: 'entonces, este rubito blancucho ¿qué hace aquí?", se ríe Álvaro Cervantes, el actor que todo representante español querría hoy en su cartera. Comparte privilegiada fotogenia con Clara Lago, su pareja en este drama sobre secretos y pasiones obsesivas donde ambos lo han dado todo, física y psicológicamente. "En las escenas de sexo primero nos daba un ataque de risa y después ¡venga todo parriba! O sea, parriba la escena, nada más (risas). Yo llegaba mentalizado, sí, pero nunca sabes cómo vas a reaccionar una vez te has bajado el calzoncillo. El resultado es muy lírico, nada hardcore".
Este actor de 19 años de Poblenou, Barcelona, se estrenó hace cuatro años en la tele, como el nieto mayor de la alocada Abuela de verano encarnada por Rosa María Sardá, con quien acabó haciendo trucos de magia en algún descanso de rodaje. "Sólo verla es espectacular; estar a su lado ya te hace enormemente mejor actor de lo que puedas ser". Fue Yolanda García Serrano, directora en la teleserie y guionista habitual de Gómez Pereira, quien le puso alerta. "Me dijo: Luis San Narciso está preparando el casting de lo próximo de Manolo. Me fui a Google, puse sus nombres y sólo salió un artículo donde mencionaban la novela El juego del ahorcado, de Inma Turbau. Ni siquiera tenía la certeza de que fuera ese proyecto, pero me la compré y flipé. Supe que ese papel tenía que ser mío. Creo que el secreto no está en los métodos interpretativos, sino en necesitar hacerlo con todas tus fuerzas". Sus ídolos han cambiado. "De pequeño, eran los payasos. Yo quería ser el hijo de Jim Carrey en La máscara. Ahora me interesan actores como Eduard Fernández que, curiosamente, empezó como mimo porque no se le daba bien el texto. Me gustan los actores que son capaces de olvidar el texto para jugar con la verdad. Al fin y al cabo, ¿qué es el cine sino una representación de la vida?". B. B.
EL 'THRILLER' ESPAÑOL SE LLAMA POLICIACO
ENRIQUE Urbizu ya tiene herederos. Y no porque deba retirarse, que no, sino porque en 2009 algunos de los títulos interesantes del cine español serán thrillers, un género que muchos realizadores patrios han tocado pero sólo Urbizu domina. De los nuevos, Patxi Amezcua y su 25 kilates, seco, contundente, sin trampa, con un trío, Manuel Morón, su hija Aida Folch y un duro Francesc Garrido. Timos, unos diamantes que van de mano en mano y chicas atraídas por tipos profesionales. También estará El mal ajeno, de Oskar Santos, que esconde un drama hospitalario apadrinado por Amenábar, con Daniel Sánchez Arévalo en el guión, y Belén Rueda y Eduardo Noriega de protagonistas. Algo de thriller tiene otro drama, en este caso de barrio y hip-hop, El truco del manco, de Santiago A. Zannou. Y lo mismo le ocurrirá a Carriers, la aventura americana de los hermanos Pastor, Álex y David, virus mortales con suspense incluido. n
TODOS QUIEREN A KATE (WINSLET)
SÍ, Winslet es una tendencia. Debería ser la reina de Inglaterra en lugar de la actual, deberían darle por defecto un Oscar anual, en el que solamente se decidiría cuál de sus trabajos de la temporada sobresale del resto, en las escuelas de interpretación deberían proyectarse ciclos especiales con títulos como Cuando Winslet quiere ser guapa, lo es; Cuando Winslet quiere ser fea, ahí la tienes; Winslet, todo contención, La locura según Winslet... No sólo, a sus 33 años, es la mejor intérprete de su generación. Es que arrasa a las precedentes. Este año podría pillar por fin Oscar —ya ha logrado cinco candidaturas en su carrera— por El lector, de Stephen Daldry, un drama de posguerra en Alemania que protagoniza junto a Ralph Fiennes, y por Revolutionary Road, de su marido Sam Mendes, el aburrimiento vital de un matrimonio en el que Winslet recupera a su pareja de Titanic, Leonardo DiCaprio. n
BOLLYWORLD
A estas alturas Bollywood —la industria cinematográfica de Bombay con pelis de tres horas, mezcolanza de géneros y mucho baile— ya no es una apuesta para atrevidos, es la realidad imperante en el cine mundial. Baz Luhrmann lo sabía y se marcó Moulin Rouge!, Spielberg lo sabe y financiará los restos de aquel sueño de dominación mundial en el que basó DreamWorks con dinero indio, y el director y escritor Paul Schrader se ha largado a rodar dentro de Bollywood su nuevo filme. Si Schrader, el más americano de los guionistas americanos, emigra hasta India, si Spielberg ha decidido que se acabó Hollywood y que debe sacar el dinero, Bollywood ya no es local, es Bollyworld. Y eso sí que va a ser dominación mundial. Y el público bailará y cantará por los patios de butacas de Alcorcón, Helsinki, Waco y Vladivostok. n
¿UNA SALA DE CINE CERCA DE CASA?
PARA bien o para mal, 2009 parece que será el año del definitivo cataclismo de las salas de cine comerciales. No sólo por las pantallas planas y los proyectores hogareños, sino porque tras el acuerdo de Semana Santa entre Apple y las principales distribuidoras mundiales de cine —vamos, las majors hollywoodienses— todo el mundo podrá descargarse, por un precio a priori módico, vía compra en iTunes, los estrenos pocos días después de su aparición en las carteleras. Y del ordenador a la tele sólo hace falta un cable. En España los pequeños distribuidores han apostado por filmin, un sitio web en el que en formato streaming —tecnología que permite que se almacene en un búfer lo que se va viendo, haciendo posible visionar el clip sin tener que descargarlo previamente— se podrán ver sus títulos. Lo estrenaron con Tiro en la cabeza, de Jaime Rosales, y la apuesta tecnológica funcionó. GREGORIO BELINCHÓN
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.