Y Alemayehu se comerá su cordero
30.000 corredores participan hoy en la San Silvestre
Sisay Bezabeh emigró a Sidney desde Etiopía en 1999. Se hizo australiano y compitió en el maratón de los Juegos Olímpicos de Atenas. Ahora es taxista. Su hermano pequeño, Alemayehu, quiso seguir sus pasos, pero eligió España como destino. Llegó a Madrid en un avión hace tres años. Sin papeles. Solicitó asilo político y sobrevivió durmiendo en un parque hasta que la asociación Karibu, de Delicias, y Fedaku Bekele, otro atleta etíope asentado en Madrid, le echaron una mano. Ahora es español. Uno de los mejores atletas españoles y por eso vive en la Residencia Blume. Compitió en Pekín y hace 10 días ganó el cross de Venta de Baños, una prueba de gran nivel. Se fotografió en el podio con un cordero, parte de la recompensa por la victoria. "Pero no lo he vuelto a ver", dice. "No me lo he podido comer". No sabe que su manager, Miguel Mostaza, le tiene reservada una sorpresa. "Lo tengo yo guardado. Me lo han troceado y preparado y lo comeremos en Nochevieja en mi casa", dice. "Y, así, de paso, celebraremos su victoria en la San Silvestre, porque estoy seguro de que va a ganar".
La de Alemayehu es una de las 30.000 historias personales que esta tarde saldrán a la calle de Madrid con una camiseta verde fosforito para rendir culto a San Silvestre, un santo con zapatillas de runner y cada vez más adeptos, corriendo 10 kilómetros, -primero en descenso, todo Serrano, Puerta de Alcalá, paseo del Prado, Ciudad de Barcelona y parte de la Albufera, luego en subida hasta el infernal repecho de Arroyo del Olivar que da entrada al estadio de Vallecas, donde termina la prueba- en la que, según los organizadores, se ha convertido, por número de participantes populares y nivel de los élite, en la carrera urbana de 10.000 metros más importante del mundo. Una carrera que quiere convertirse en la gran ceremonia ritual de una cultura, casi una religión, la del corredor urbano, y de una ciudad, como el maratón de Nueva York lo es de la Gran Manzana.
Compitiendo con Alemayehu para ser el primero que reciba el tradicional regalo de bienvenida de los miles de espectadores vallecanos por las calles, un buen chorro de espuma de afeitar, estará el ganador del año pasado, el keniano Kiprono Menjo, y también Abderrahim Gumri, un maratoniano marroquí que terminó tercero en Londres y segundo en Nueva York, aparte de tres madrileños de toda la vida: Alberto García, vallecano que ya ganó en 1997, Chema Martínez, la imagen de la carrera, ganador en 2003, y Jesús España, un campeón de Europa de Valdemoro amigo de Alemayehu, pero a quien no le gusta que le gane ni su hermano Fran.
La historia de las chicas es diferente. La protagoniza Marta Domínguez, recién casada, que deberá revivir en las cuestas de Vallecas la pesadilla de la final olímpica de Pekín, aquella en la que se tropezó con la penúltima valla cuando peleaba por una medalla, pues las dos mujeres que jadeaban al unísono con ella en aquella ocasión, la keniana Eunice Jepkorir y la rusa Ekaterina Volkova, la visitarán en la prueba que ella ya ganó en 2002 y 2003. "Pero aunque el calor del público me empuje, no me picaré", advierte la palentina. "Aprovecharé para estudiarlas de cara al Mundial de Berlín".
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