¡Ay, la pasta!
El buitreo ha decidido sofisticar sus siglas. Lo de ¿Dónde estás corazón? Algo con vocación de fiereza, de prometo buscar la verdad y nada más que la verdad, de investigación implacable sobre los sentimientos y los desagües erógenos de gente cuya fama mayoritariamente obedece a razones surrealistas o simplemente cochambrosas, sonaba a cursi y meloso. Ahora, cada vez que se autocitan se definen como DEC, denominación con aroma a serie policiaca de lujo, club con exclusividad, cierto pedigrí con un toque de clase.
No hace falta que sigas con asiduidad el programa tan opiáceo para que tengas conocimiento exhaustivo de los fascinantes volcanes emocionales que han entrado en erupción durante las semanas anteriores. Los conductores dominaban el arte del tráiler machacón, del irresistible cebo consistente en el "no se vayan ni cambien de canal porque a continuación va a venir el plato fuerte, lo nunca visto ni oído. Ahora han descubierto que es muy rentable volver al pasado para seguir estirando el morboso chicle.
Por ello, me entero que la destruida Cantudo, ese prodigio dialectico, le largó un dudoso escupitajo al perverso Mariñas (ella lo niega alegando habituales problemas femeninos al enredársele el pelo en sus labios y amenaza con haber sufrido maltrato psicológico en manos de tres despiados varones) después de desearle en plan exorcista que arda en el infierno. Imagino que el serial no se ha acabado.
Esas esperpénticas movidas y esos personajes esforzadamente pintorescos forman parte del circo, interpretan mejor o peor, viven de ello. Pero lo que no acabas de entender es que la gran mecenas del arte pictórico, una inquietante dama a la que antes llamaban Carmen o Tita, y a la que ahora se dirigen con un solemne y servil "Baronesa", se preste a mostrar su telefónica indignación ante los desmanes del gallinero, acusándola de exigir pruebas de paternidad sobre su presunto nieto porque no se fía de su arribista nuera. Y madame Thyssen, que tantas mujeres ha sido y a la que se presupone un conocimiento notable de la codicia de los trepas, baja de sus palacios para responder a la difamante chusma. Como me conforta saber que los ricos también lloran. Gracias a ese abanderado de la lucha de clases llamado DEC.
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