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Columna
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Tú a la eurorregión, yo al área metropolitana

Si en algo se nota que hemos madurado políticamente como sociedad (hasta que una no descartable evolución de los acontecimientos demuestre lo contrario) es en las luchas localistas. No en que no se produzcan, sino en que algo tan primordial, es decir, tan primitivo, se desenvuelve en los límites de la corrección. Al menos así nos parece a los que echamos los dientes profesionales perplejos ante la ferocidad de las controversias interciudadanas. Manifestaciones multitudinarias contra la pérdida de algo que no se tenía. Alcaldes que ponían en público los cuernos (los de la mano) al equipo de fútbol rival, o recetaban "sarna para los demás". Concejales que se oponían al traslado provisional de un instrumento aeroportuario con el mismo denuedo que un personaje calderoniano a la pérdida definitiva del honor.

A Coruña es una sociedad basada en la jerarquía, y Vigo en el conflicto; ahí reside la diferencia

Ahora, las fuerzas vivas de A Coruña y Vigo han escogido como arma para batirse en duelo los argumentos, en lugar de las patadas voladoras de antes. Las autoridades coruñesas han puesto el grito en el cielo, ante la intención de la Xunta de residenciar en Vigo lo que se denomina "capitalidad de la Eurorregión", que viene siendo la sede de la Agencia Europea de Cooperación Transfronteriza Galicia-Norte de Portugal. Está claro que Ribadeo u Ortigueira serían unas alternativas poco defendibles para la tal sede, que por otra parte no deja de ser la primera planta de un edificio municipal con una dotación de personal que no llega a la docena de puestos, pero los más avisados entre los coruñeses recuerdan que así empezó la Xunta, y ya se imaginan a legiones de catetos proclamando orgullosos que es más ser capital de eurorregión que de mera región, como Santiago. Así que proponen, muy sensata y modernamente -y en contra de la historia e histeria que movió a decena de miles de ellos a manifestarse contra la designación de Compostela como sede de la Autonomía- que se llevan más las sedes descentralizadas y en red que las fijas.

Y para ello invocan que A Coruña es, según todos los estudios, quien lidera el desarrollo en Galicia en crecimiento de población, de riqueza, de renta por habitante y del dinamismo del sector servicios, por no hablar de la calidad de vida. El problema es que eso no lo es sólo A Coruña en solitario, sino la ciudad y su área metropolitana. Por desgracia, en la veintena y pico de años en los que el actual alcalde, Javier Losada, era teniente de alcalde, A Coruña no era una ciudad-Estado como muchos la calificaban con ironía y algunos con orgullo, sino una ciudad-Estado-de-sitio. Institucionalmente, el gobierno local no convocó a la mancomunidad de municipios. Y a efectos prácticos, como el transporte, cualquier coche de línea que llegue allende el puente del Pasaje, sea de Düsseldorf o de Culleredo, arriba a los mismos andenes de la estación de autobuses. Así que ahora tenemos un gobierno local haciendo demostraciones de amor a los alrededores menospreciados, tipo "te juro que desde ahora te querré siempre".

Por su parte, con igual donaire, el alcalde de Vigo, Abel, Caballero, ha negado con la rotundidad que lo caracteriza que exista tal polémica. Eso no obsta para que haya quien recuerde que la ciudad más poblada de Galicia, su motor industrial y portuario, ha sido siempre perjudicada en las preferencias presupuestarias de las administraciones, en detrimento de la vecina/rival norteña. Y que es hora de acabar con ello. Yo no sé si los números avalan esa queja, pero de aquellas épocas en que las diferencias se mantenían a labazadas verbales recuerdo, por ejemplo, que cuando se crearon las tres universidades, la mayoría de los terrenos y edificios de la coruñesa fueron donados por una institución financiera, mientras en Vigo la Xunta tuvo que comprarlos a otra. Proyectos subvencionados por Galicia o Europa como el Museo do Mar o el Verbum no han calado en la ciudad del sur, mientras en la otra punta de la AP-9, los Museos Científicos, costeados con fondos municipales, tienen más visitantes que la Torre de Hércules.

A Coruña es una sociedad basada en la jerarquía, y Vigo en el conflicto, y quizás en ello resida la eficacia de las instituciones y el conformismo social de la primera y la ineficiencia institucional y el dinamismo social de la segunda. Pinitos sociológicos aparte, está claro que Vigo es ya centro de una eurozona económica, y A Coruña es una realidad de decenas de miles de coruñeses que se han ido a vivir fuera porque no había sitio dentro. Lo malo es que, pese a las demostraciones de fuerza oral, la Agencia viguesa quede en promesa preelectoral, como aquella de trasladar la Consellería de Pesca, y que los buses de Düsseldorf y Culleredo sigan teniendo el mismo recorrido final en A Coruña.

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