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Rumania se hunde en la crisis

El primer ministro renuncia nada más ser designado

La crisis política en Rumania está lejos de haberse resuelto. El presidente, Traian Basescu, nombró ayer primer ministro al conservador Emil Boc, del Partido Demócrata Liberal (PDL), tras la inesperada renuncia, horas antes, de Theodor Stolojan, que había sido designado para el cargo la pasada semana. La dimisión de Stolojan, del Partido Socialdemócrata (PSD, ex comunistas), pilló por sorpresa a todo el mundo porque, apenas el domingo, se había sellado un acuerdo de Gobierno entre el PDL y el PSD, los dos partidos ganadores de las elecciones del 30 de noviembre.

El acuerdo, llamado Alianza para Rumania, se había planteado para afrontar la crisis financiera. Sin embargo, horas después de que se gestara esta coalición entre PDL y PSD, inédita por las diferencias doctrinales, Stolojan renunció a encabezar el Gobierno, abriendo la puerta a toda clase de especulaciones.

Stolojan explicó que pretendía "dar esperanzas a la joven generación de políticos". Para los demócrata-liberales, sin embargo, su decisión se debe a que "no puede cumplir los compromisos asumidos en la negociación". Otros señalan que su retirada se produce por las discrepancias en el seno del PDL, próximo a Basescu, a la hora de elegir los altos cargos. Y otros, por último, consideran que está enfermo. "No sé por qué el presidente le puso en esa situación tan difícil. Sé que está enfermo", aseguró Adrian Nastase, ex primer ministro socialdemócrata. Por su parte, Calin Popescu Tariceanu, primer ministro en funciones y líder del Partido Nacional Liberal (PNL), tachó de "ridícula" y "divertida" la situación. El PNL tenía que haber acompañado al PDL en el Gobierno, pero las diferencias entre Basescu y Tariceanu han hecho que las relaciones entre ambos partidos sean irreconciliables tras cuatro años de cohabitación.

Extraños aliados

Los socialdemócratas subrayaron anoche que el compromiso alcanzado con la derecha sigue vigente, por lo que Emil Boc será nombrado primer ministro el 22 de diciembre. El PSD y el PDL, que hasta su victoria en noviembre estuvieron en la oposición, acumulan 329 de los 471 escaños del nuevo Parlamento rumano. Debido a la gran rivalidad política, en un principio se descartó la posibilidad de un Gobierno conjunto, pero la grave crisis económica ha provocado que ambas formaciones unan sus fuerzas en la Alianza para Rumania.

Este pacto, calificado como una unión contra natura por los analistas políticos del país por la antigua animosidad entre ambos y las diatribas que se cruzaron en la campaña electoral, tiene que hacer frente a la crisis económica y a la llegada de fondos europeos. En Rumania se bloquean inversiones extranjeras, se cierran fábricas y escasean los créditos bancarios. El presidente del Instituto de Estadística, Ion Ghizdeanu, afirma que "la actual crisis no llevará al aumento del paro", que está en el 4%; en cambio, el presidente de la Confederación Nacional de los Sindicatos Libres, Marius Petcu, asegura que "el número real de parados es mayor, ya que muchos prefieren buscar en la economía informal". Dacia-Renault y Ford han solicitado al Estado que les ayude a conseguir financiación para frenar la temporalidad de la plantilla. Todos los días se anuncian despidos.

La futura coalición afrontará otro problema grave: la absorción de los fondos europeos, dos años después de su adhesión a la UE. Las dificultades radican en la incompetencia de las autoridades públicas a la hora de administrar los fondos y en la incapacidad de las empresas rumanas de presentar proyectos. Rumania debería recibir este año unos 3.000 millones de euros de Bruselas.

Según el ministro de Economía y Finanzas, Varujan Vosganian, la absorción de los fondos ha sido baja en todos los nuevos Estados. Pero se olvida de otro problema: la corrupción, delito casi impune en Rumania. A ello se une la lenta burocracia y el bloqueo del Parlamento a las investigaciones de antiguos altos cargos por abuso de poder.

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