El 'blogero' Héctor García funda la 'start-up' Mirai en Japón
"La mayoría de las 'webs' japonesas están muy atrasadas", dice el alicantino
Camina por las calles de Tokio escondido tras su imponente Nikon D-90. Busca temas para su blog, Kirainet, uno de los 10 más leídos en la blogosfera hispana. En la mente de Héctor García, Kirai, hierven las inquietudes, una amalgama de Internet, fotografía, gadgets y cultura japonesa. Ahora se añade otra, Mirai (futuro, en japonés), una start-up de su socio Danny Choo, para ayudar a las pequeñas empresas japonesas a adaptarse al comercio electrónico. "La mayoría de webs en Japón están muy atrasadas".
La oficina de Mirai es un sótano inundado de Macs, pósters y figurillas manga. La pasión de Choo es disfrazarse de stormtrooper, los soldados galácticos de Star Wars. En Shibuya, en pleno corazón de Tokio, Choo se pone a bailar de esta guisa mientras Héctor graba.
Nada que ver con la mentalidad empresarial japonesa, donde la seriedad, la jerarquía y el orden son aplastantes. "Con Mirai vamos contracorriente, pero esto es Japón: o creas tu estilo o acabas bebiendo sake con tu jefe después del trabajo", dice este alicantino de 27 años que, tras pasar por el CERN suizo y medio mundo, vive en Tokio desde 2004.
Un tándem perfecto
Han firmado sus primeros clientes y han trabajado para para Columbia Music Entertainment y Disney Japón. "Nos da para vivir y pasarlo bien. Cierto, cambiar el mundo con plataformas de comercio electrónico no es nada rompedor; pero ejecutar una gran idea requiere mucho dinero. De momento, no queremos dar entrada a fondos de capital riesgo".
Choo y García aspiran a formar el tándem perfecto. El primero maneja las cuentas, posee labia y contactos; "es capaz de vender servilletas por cinco millones". Héctor es la mente ingenieril. "A mí me gusta resolver problemas". De sus dedos surgen las líneas de código y la arquitectura tecnológica del software que comercializan. Cuando no da abasto llama a India. "Con lo que cuesta un programador en Tokio, tienes 20 en India. El truco es darles trabajos pequeños, si no te diseñan un engendro".
La cultura del riesgo no existe en Japón. Cualquier decisión se calcula hasta la saciedad. No es Silicon Valley ni brotan start-ups en las esquinas. "Crear una sociedad anónima es muy fácil, te cuesta un yen y cinco minutos. El problema es que confíen en ti. Un japonés difícilmente hará negocios si eres extranjero y tu compañía pequeña. Somos un bicho raro". A pesar de los obstáculos, a Héctor le sigue fascinando Japón. "Es como un engranaje, funciona todo perfecto... a veces demasiado perfecto".
Ahora vive a caballo entre la escritura de su segundo libro (Un geek en Japón ha vendido 10.000 copias), el blog y la aventura de Mirai.
KIRAI: www.kirainet.com
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