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14ª jornada de Liga

"¡Calderón, dimisión!"

Eleonora Giovio

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La noche en la que Robben regresó al Madrid y en la que se suponía que Ramón Calderón ya había vivido su pesadilla personal en la asamblea de la mañana, el público del Bernabéu levantó los pañuelos y despidió al equipo al final de la primera parte con gritos de "¡Calderón, dimisión!".

Los pañuelos empezaron a aparecer tras el tercer gol del Sevilla y volvieron a ondear al final de la primera mitad. Fue cuando el público se puso de pie y con un grito ensordecedor pidió al máximo mandatario del club blanco que dimita.

Los gritos se volvieron a oír en la segunda parte. Más de lo mismo, debió de pensar Calderón, que ya se había hartado por la mañana de escuchar gritos. Pero entonces tuvo el apoyo de Ultras Sur, que le animaban gritando "¡presidente, presidente! Anoche, los radicales del Madrid no pudieron callar al resto del estadio.

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Hace casi dos años que Calderón no vivía una pañolada. Fue en febrero de 2006, cuando el Madrid de Capello cayó contra el Levante. Esa noche decidió mantener al técnico italiano. "Y eso que estaba cantado que había que echarle. La gente me lo pedía a gritos", recordó el lunes en el Foro Ferrándiz-AS. Tras esa experiencia, Calderón aseguró que con Schuster pasará lo mismo. Y eso que, con la derrota de anoche, el Madrid visitará el Camp Nou con nueve puntos de desventaja respecto al Barça.

La semana pasada, el presidente dijo que el técnico alemán seguiría hasta final de temporada si no pasaba una catástrofe. ¿Qué sería eso?, le preguntaron. "Pues que la situación se ponga tan mala que el entrenador no la pueda soportar". El público del Bernabéu ya tiene claro lo que es una catástrofe y anoche lo demostró.

Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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