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Televisión

La ficción de EE UU, en horas bajas

En plena crisis económica, la ficción televisiva en Estados Unidos vive su propia recesión. Los ingresos por publicidad caen en picado. Sólo en la cadena CBS, por ejemplo, la inversión de los anunciantes ha descendido este otoño un 14%. Ningún estreno de esta temporada, que comenzó apenas hace tres meses, ha logrado superar en publicidad a los consagrados titanes de la noche. Series como CSI, en cualquiera de sus franquicias, o House reinan en la parrilla sin preocuparse por los recién llegados. Hasta la fecha, ya se han cancelado una decena de títulos. Y la crisis amenaza con seguir engullendo más formatos.

La última víctima ha sido My own worst enemy, un thriller en el que el actor Christian Slater (Amor a quemarropa, Windtalkers) interpretaba a dos hombres distintos atrapados en un mismo cuerpo. La audiencia no ha superado los seis millones de espectadores en ninguno de los cinco episodios que se han emitido. La cadena NBC retirará la serie después de otros cuatro capítulos.

Hasta la fecha ya se ha cancelado una decena de series de estreno

"En época de crisis económica, las cadenas quieren productos baratos. Las series son caras de producir, y si no dan unos excelentes resultados al principio, corren el riesgo de desaparecer. Las cadenas no van a esperar a que ganen audiencia poco a poco, por eso se les niega una segunda oportunidad", explica el profesor Douglas Gomery, experto en medios de la Universidad de Maryland. "Un reality, además, cuesta la mitad que una ficción", remata.

El show de variedades de Rosie O'Donnell, Rosie live, emitido también por NBC, duró exactamente un solo capítulo. O'Donnell consiguió cinco millones de espectadores en su estreno el pasado 26 de noviembre, donde tuvo como invitadas a Gloria Estefan, Liza Minnelli y Alanis Morissette, pero quedó tercera en el cómputo total de la noche. No habrá más entregas.

En este mundo de dura competencia, la única forma que se concibe para salvar o no una serie es la audiencia. Lipstick jungle, por ejemplo, se ha salvado in extremis. Algunos diarios de Estados Unidos dieron a esta serie por muerta la semana pasada. Las revistas del corazón persiguieron a la actriz principal, Brooke Shields, para preguntarle sobre el supuesto cierre. Finalmente, NBC decidió trasladar la serie de los miércoles a los viernes, ganando un 50% de audiencia. De momento, Lipstick jungle se mantiene.

Otros títulos no han corrido tanta suerte. The ex list, emitida por CBS, arrancó en octubre pasado con claros signos de debilidad y acabó con poco más de cinco millones de seguidores, según datos de la consultora Nielsen. La cadena decidió probar un experimento. Así, el viernes 31 de octubre, día de la emisión de la serie, ofreció en su lugar una reposición de Numb3rs. Esta ficción, que en España difunde Antena 3, acabó con un 65% más de espectadores que The ex list. Conclusión: fue retirada de forma fulminante.

No han sido las únicas víctimas y las cancelaciones afectan tanto a producciones longevas como recientes. Fox ha prescindido de Do not disturb, después de sólo tres episodios, y del formato de parodias y skechtes cómicos Mad TV, tras 14 temporadas. CW, de la Warner, ha acabado con Valentine y Easy money. ABC, por su parte, no le ha temblado el pulso a la hora de no renovar el concurso Opportuniy knocks. Y ni siquiera los pesos pesados se libran de la quema: la otra triunfadora, Héroes, ha perdido un 21% de sus espectadores y NBC ya ha comenzado a replantearse su futuro.

La revista Forbes ya ha bautizado el otoño de 2008 como "una temporada sin éxitos" e insiste: "Es una de las peores que se recuerdan". La audiencia combinada de las cinco grandes cadenas ha descendido un 11%, según estimaciones de la misma revista.

Ahora, lo que más seduce a los televidentes son los realities y los programas deportivos. Cada semana encabeza la clasificación de las emisiones más vistas el concurso de baile Dancing with the stars -una suerte de ¡Mira quién baila! (TVE)-, que suele acaparar una media de 19 millones de espectadores. Quizá, en estos tiempos de vacas flacas, los espectadores estadounidenses se conformen con ver a famosos de segunda fila dando brincos por un escenario.

Slater, segundo por la izquierda, en el estreno de <i>My own worst...</i>
Slater, segundo por la izquierda, en el estreno de My own worst...FILMAGIC

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