Escalivada junto al foro
Tras descubrir maravillas como el anfiteatro romano o la catedral, un paseo por la modernista rambla Nova antes de perdernos por El Serrallo, una de las zonas de moda de la antigua Tarraco
Dicen que el primer emperador romano, Octavio Augusto, pasó largas temporadas en Tarragona -entonces Tarraco- atraído por su singularidad y su interés estratégico; convirtiéndola en ciudad capital, dinámica y cosmopolita. Más de dos mil años después son cada vez más los que siguen sus pasos y se acercan a la capital de la Costa Dorada buscando historia, fiesta, buena gastronomía o simplemente tranquilidad. El aeropuerto low cost de Reus y el AVE (ambos a 10 kilómetros) han vuelto a poner de moda la imperial Tarraco.
09.00. La ciudad del Mare Nostrum
El anfiteatro (1) es el símbolo de la Tarragona que todavía respira la grandeza de Roma. Allí podemos empezar nuestro recorrido casi cronológico por la historia. Esta construcción, que vivió luchas de fieras, gladiadores y ejecuciones públicas, se levantó frente al Mediterráneo, el mar que dio sentido a la urbe. Vale tanto la pena entrar como observarlo desde la Via Augusta (2) para tomar conciencia de su empaque. Allí, en la Via Augusta, podemos aprovechar para comprar unos carquinyolis de desayuno, la pasta seca típica de la zona. Los podremos ir degustando mientas nos dirigimos al circo romano (3). Aunque la ciudad creció encima, el circo todavía mantiene los pasillos por los que salían los carros de caballos y parte de las gradas. También queda cerca el Pretorio (al lado del Museo Arqueológico), desde donde se tiene una buena vista de la línea de costa. A las puertas de la muralla, en la plaza de Pallol, se puede visitar la maqueta de Tarraco, y podemos caminar por el paseo Arqueológico (4) hasta llegar al Foro de la Colonia, donde se ubicaron los servicios administrativos. Para hacer todo este recorrido sale a cuenta comprar la Tarragona Card (www.tarragonaturisme.cat), que permite la entrada a todos estos recintos. También nos facilitará la movilidad por la ciudad.
11.30. Urbe medieval
La zona ahora de moda es el centro histórico: la Tarragona medieval y gótica de la catedral (la Seu) y el barrio judío (el Call). En lo más alto se levanta la Seu (5) (plaza de la Seu, s/n. 977 24 70 69. Se puede vistar de lunes a sábado de 10.00 a 14.00), construida a principios del siglo XII sobre el antiguo tempo de Augusto. Vale la pena acceder a ella por la estrecha calle Mayor, desde la que se obtiene una espléndida vista. Pasear alrededor de la catedral conduce a misteriosas puertas entreabiertas que descubren patios de otra época, edificios que parecen caerse a pedazos y el antiguo hospital de Santa Tecla (6), donde el escritor George Orwell permaneció ingresado unos días durante la Guerra Civil. Herido de bala en la garganta, tras su convalecencia logró bajar un día a la costa, donde encontró peculiar el hecho de que la actividad playera se desarrollara inmutable: "los elegantes cafés a lo largo del paseo y los regordetes burgueses locales bañándose y tomando el sol en tumbonas como si no hubiera habido una guerra ni en mil kilómetros a la redonda". El luminoso claustro contrasta con el interior oscuro, aunque de grandes rosetones.
13.00. Tiempo de nobles y artesanos
El centro histórico creció de la mano de comerciantes, artesanos, nuevos ricos y caballeros asentados. La casa Castellarnau (7) (977 24 22 20. Abre de martes a sábado, de 9.00 a 19.00. Domingos y festivos, de 10.00 a 15.00. Entrada, 2,20 euros), por ejemplo, en el 14 de la calle de los Cavallers, alojó a algunas de las familias más importantes de la ciudad y ahora muestra el esplendor de los siglos XVIII y XIX en forma de museo. Al lado, desde el hall del conservatorio (Cavallers, 10) podremos disfrutar de una panorámica de la ciudad entre dos antiguos pianos de cola. En la cercana calle del Comte descubrimos en el número 14 L'Anap (977 25 38 25; www.anap-restaurant.es), el restaurante de moda. Allí podemos degustar la sardina marinada con puré de olivas y escalivada al lado de parte de lo que queda del recinto del foro provincial romano, que se encuentra dentro del restaurante. En la plaza de la Font (8), lugar de encuentro, presidida por el Ayuntamiento, podemos comer también en cualquiera de sus restaurantes de diseño (Forum, El Candil...) o tomarnos una horchata en la histórica Sirvent (en el número 12). Antes de abandonar el centro deberíamos echar un vistazo al local de los Xiquets de Tarragona, maestros de las construcciones humanas con más historia: los castells (Santa Anna, 1. 977 23 96 99; www.xiquetsdetarragona.cat).
17.00. 'Rambleando' el modernismo
A los tarraconenses les gusta ramblear; pasear por su rambla Nova entre quioscos de flores y prensa, cafeterías y tiendas de moda. Trazada a mediados del siglo XIX, es el escaparate del modernismo catalán de la ciudad, como demuestran el colegio de las Teresianas (en el 79), la casa Bofarull (en el 37) y la casa Salas (en el 25). Aunque el mejor ejemplo es el teatro Metropol - I (rambla Nova, 46. 977 24 47 95), un edificio onírico de formas redondas y colores llamativos del arquitecto Josep Maria Jujol, discípulo de Gaudí. Construido en 1908, su interior parece la tripa de un monstruo de cuento infantil. A medio paseo podemos degustar el aperitivo italiano que sirven en la joven cafetería Lab (rambla Nova, 6): pasta, lasaña, mortadela y tortillas italianas para comer con buen vino y en un ambiente agradable. Después, podemos, como dicen, tocar ferro (hierro) en el balcón del Mediterráneo (10), de hierro forjado: la vista al mar que más seduce.
20.00. Al margen de todo
El Serrallo es un barrio de pescadores en el que todavía se respira el mar; si bien ahora los almacenes y los pequeños talleres se han reconvertido en restaurantes de moda. En cualquiera de sus cuatro calles se puede comer bien y para todos los bolsillos. L'Ancora (Trafalgar, 25. 977 24 28 06) es uno de esos restaurantes de toda la vida en los que podremos cenar buen pescado y marisco. La Puda (11) (Muelle de Pescadores, 25. 977 21 10 70) tiene el encanto de haber reconvertido la cantina de los trabajadores del puerto -el edificio más singular del barrio- en un restaurante familiar, siempre muy concurrido.
23.00. Inicio y final
De noche, en el moderno puerto deportivo de Tarragona (12) (Port Esportiú, s/n) termina nuestro día y también el recorrido cronológico. Una noche que podemos empezar en La Fábula, un pub pequeño y de toda la vida, aunque siempre a la última, que ofrece buena música para todos los gustos. Un día música electrónica, otro house, pop, rock y, los martes, fiesta para los estudiantes Erasmus de lo más pachanguera. Pero si para la primera copa preferimos sentarnos en cómodas butacas y tomarnos un cóctel mirando al mar, nuestro local es el Soho. Los dj's en directo y el ambiente chill out nos harán pasar un rato agradable. Eso sí, la noche sólo puede terminar en la nueva sala Greenback. Abierta hasta casi cuando sale el sol, sorprende por su buen ambiente. Conciertos indie y música pinchada en directo para los más exigentes. Así es el puerto deportivo: la puerta de acceso marítima, que ha sido el origen de todo, que se ha adaptado a todas las etapas, es ahora zona de diversión nocturna en una ciudad joven y con estilo.
Consulta la guía de restaurantes y hoteles de Tarragona de EL VIAJERO
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