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Reportaje:

26 de abril en Medicina

Miembros de Voces Ceibes conmemoran hoy su concierto fundacional del 68

"Aquello coincidió con el final del marzo compostelano y, como todo final, había algo de desfeita en todo". Para Vicente Araguas, escritor y, en abril de 1968, "cantor de intervención", el nacimiento de Voces Ceibes se encuentra asociado a la muerte del movimiento universitario de aquel año. "Cuando el 26 de abril subimos al escenario del Aula Magna de Medicina", relata, "pareció que todo volvía arriba". En aquel palco, donde Voces Ceibes aún eran Nova Canción Galega, figuraron el propio Araguas, Benedicto García, Xavier del Valle, Xerardo Moscoso y Guillermo Rojo. Todos excepto Moscoso, residente en México, conmemoran el acontecimiento esta tarde, a las 19.30 horas, en el mismo lugar.

Para Benedicto se mostró "una canción a la altura de las circunstancias"
Bibiano desempolva la guitarra y tocará lo más parecido a un himno, 'O can'

"Recuerdo un local totalmente entregado, mucho calor y una sintonía absoluta entre los que estábamos arriba y el público". Benedicto, que la próxima semana presentará su libro de memorias Sonata de amigos, resume aquel momento como "la muestra de que en este país podía haber una canción protesta a la altura de las circunstancias". Y que, en su caso particular, se materializó en tres de sus más célebres composiciones: Eu son a voz do pobo, Carta a Fuco Buxán y No Vietnam.

"Pero lo que triunfó aquella tarde", puntualiza Vicente Araguas, el autor de O camaleón, "eran los 'corajudos versos del de Celanova". El poeta cita la definición que Méndez Ferrín, quien polemizaría sobre Voces Ceibes años después de la desintegración del grupo, usaba para referirse a Celso Emilio Ferreiro. "Xavier y Benedicto, sobre todo, con Longa noite de pedra o Monólogo do vello traballador", asegura, y habla de "la nube, la nebulosa de excitación" de un recital del que salieron "en olor de multitudes". A los seis meses, los chavales que habían cantado en Medicina se bautizaban, el novelista Alfredo Conde mediante, como Voces Ceibes.

Entre los más de mil asistentes a aquel 26 de abril -"he hablado de 2.000 personas en el público, pero a lo mejor exagero", reconoce Araguas- se encontraba Bibiano Morón. En poco tiempo, el músico vigués pasaría a formar parte de la agrupación. "El crítico Ramón Balado", hace memoria, "me habló de un nuevo grupo de cantautores; más tarde, me presentó a Vicente y así entré en Voces Ceibes". La extracción musical, el rock progresivo y social -"yo era un hombre del metal, no un universitario, trabajaba en Barreras cuando saqué el primer disco"-, situaba a Bibiano en una posición diferente, la única, junto a los dos elepés de Benedicto, que encadenó una carrera discográfica: Estamos chegando ao mar (1976), Alcabre (1977) y Aluminio (1979). Bibiano desempolvará esta tarde su guitarra y soltará su Can de palleiro, lo más cercano a un himno generacional que salió de Voces Ceibes. Junto a él estará Miro Casabella, incorporación tardía de la sociedad de canción civil y el único todavía en activo, y otros tres militantes del movimiento.

La organización, a medias entre la Universidade de Santiago de Compostela y la Fundación Dez de Marzo de Comisiones Obreras, no ha querido desvelar quiénes. Lo que sí parece segura es la presencia de Emilio Pérez Touriño, entonces líder estudiantil antistablishment, y del presidente de Asturias, Vicente Álvarez Areces, cabecilla del Partido Comunista en la universidad.

Según el vicerrector de Cultura de la USC, Elias Torres, el concierto del 26 de abril "inauguró una línea musical decisiva para la música, la política y la sociedad; se trata de una secuencia inacabada". Para demostrar esa tesis, los promotores han invitado a la banda Ataque Escampe. Aunque las décadas no pasan en vano: si en un pase de Voces Ceibes se coreaba Pola unión, Ataque Escampe han titulado su último disco Galicia es una mierda.

Benedicto y Xavier del Valle en Combarro, en 1968. La fotografía pertenece al archivo de Benedicto García.
Benedicto y Xavier del Valle en Combarro, en 1968. La fotografía pertenece al archivo de Benedicto García.

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