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Reportaje:

Indonesia se tambalea

La primera economía del sureste asiático teme una caída drástica de las exportaciones, su principal sostén

La economía indonesia es la nueva víctima de la crisis de expectativas y de confianza que ya afecta a todos los rincones del mundo. Estas últimas semanas, el Gobierno de Yakarta ha intentado tranquilizar a los inversores extranjeros ante los rumores de una fuga de capitales.

Ello demuestra que el desplome financiero ya no respeta a países que eran plazas seguras para invertir hace sólo unos meses. Durante las últimas décadas, Indonesia -uno de los estandartes del despertar económico del sureste asiático- ha sido el espejo en el que países emergentes se han mirado para remodelar sus regulaciones y para atraer inversión externa.

Pero las cosas han cambiado. Las últimas estadísticas señalan que el país de las 18.000 islas ha crecido un 6,1% durante el tercer trimestre, el dato más bajo en un año. Todo indica que el PIB crecerá en torno al 6% durante este curso y que el próximo lo hará por debajo del 4%.

La rupia ha caído casi un 25% este año frente al dólar

Son números que no están muy lejanos al crecimiento del país en los últimos cinco años, pero que esconden debilidades que pueden lastrar al país a partir de 2010. Los puntos negros de Indonesia están directamente relacionados con el desplome del comercio exterior, la inversión extranjera y el flujo de capitales.

Muchos analistas incluso han llegado a señalar que la crisis global puede afectar a Indonesia más que a cualquier otro país del mundo. ¿Por qué? La primera economía del sureste asiático depende casi exclusivamente de las exportaciones. De hecho, sus envíos al exterior representan el 25% de su PIB hasta los 118.000 millones de dólares anuales. El país lidera la exportación mundial de aceite de palma y está en los primeros lugares de la producción de caucho y carbón. Esto le ha permitido duplicar el volumen y el valor de sus exportaciones en sólo cinco años.

No obstante, este boom parece haber llegado a su fin. En este tercer trimestre, las exportaciones se ralentizaron hasta el 14,3% en un país acostumbrado a crecimientos cercanos al 17% anual. A esto se suma la caída de economías como Singapur o Japón, principales socios comerciales de Indonesia.

La ralentización mundial también ha generado una caída en los precios de las materias primas en los mercados internacionales, lo que ha ocasionado un brusco descenso en los ingresos estatales.

Pero la crisis de las exportaciones está directamente relacionada con la crisis financiera. Los bancos de todo el mundo han entrado en un estado de pánico que ha cerrado la financiación a cualquier operación; entre ellas, las comerciales. En el caso de Indonesia, decenas de empresas tienen congelados sus pedidos debido a que no obtienen el crédito necesario para conseguir el transporte para sus productos. A esto se suma un sistema bancario compuesto en su gran mayoría por filiales de entidades internacionales, casi todas ellas en crisis.

Todo este panorama ha llevado a que la cotización de su moneda local, la rupia, haya caído cerca de un 25% este año en relación con el dólar, lo que ha hecho aún más inestable al sistema financiero local y ha reforzado los temores.

¿Qué hacer? De momento, el Ejecutivo intenta poner en marcha sistemas que restrinjan la salida de capitales y todavía tiene margen para mover las tasas de interés, actualmente en un 9,5%. Con ello se pretende apuntalar la economía y controlar una inflación que cerró octubre en un 11,7%. Tampoco cierra la puerta a intervenir instituciones con activos dudosos, como hizo con Bank Century, una pequeña entidad financiera local.

Vista aérea de Yakarta. La crisis puede castigar a Indonesia más que a cualquier otro país.
Vista aérea de Yakarta. La crisis puede castigar a Indonesia más que a cualquier otro país.REUTERS

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