Contra la estanflación
Qué acrónimo tan malsonante y poco entendido como dulce y claro para otros. Me estoy refiriendo a la estanflación. Lo cierto es que, paradojas de la vida, la subida o bajada de los precios del petróleo nos han llevado a tener (cuando caminábamos con precios por encima de 100 dólares el barril) tasas de inflación nunca vistas, rozando el 5%, y, ahora, paradojas de la vida, y debido a la vuelta que se ha dado el barril (precios acercándose a la barrera de los 40 dólares) nos encontramos con el susto -o alegría, según se mire- de un posible crecimiento real negativo de la tasa de inflación como no se veía hace 60 años. Dando entrada a este palabro llamado estanflación. Pues bien, algunos ven una gran suerte esta menor subida de la tasa de inflación y el acercamiento a tasas reales negativas, ya que esto generaría una mayor renta disponible que, junto con una muy baja tasa de interés, reactivaría la economía. Por otro lado están los que piensan que este acrónimo es nefasto para la economía -y si no que se lo pregunten a Japón-, ya que devaluaría el valor patrimonial de los ciudadanos (fundamentalmente viviendas) y, si sigue subiendo la tasa de desempleo, agravaría las menores tasas de crecimiento de la inflación -por un menor, y lógico, consumo- y con unos pisos altamente devaluados y con una hipoteca hiperinflacionada. Concluyendo, yo soy más de la segunda postura... malsonante y poco entendida.
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