La playa es mía
Críticas a la ordenanza que restringe el uso nocturno de la arena en Benidorm
En los años cincuenta, un alcalde de Benidorm, Pedro Zaragoza, a punto estuvo de ser excomulgado por la Iglesia Católica tras firmar un revolucionario decreto en el que permitía el uso del biquini. Medio siglo después los usuarios de las playas más visitadas de la Comunidad Valenciana se exponen a un nuevo régimen sancionador que, entre otras determinaciones, multa con hasta 750 euros a quien baje a ver las estrellas o a disfrutar de un amanecer. Las reuniones nocturnas sobre la arena están prohibidas y penadas.
Entre los objetivos de la norma figura preservar la calidad medioambiental de la arena y que se utilicen tan solo para el baño. El Gobierno del PP reconoce que quiere "combatir el botellón" y eliminar el sexo al aire libre, que se popularizó en los últimos años a raíz de las imágenes en Internet.
"¿Dónde está el Benidorm pionero de la libertad?", se pregunta un turista
La nueva norma, aprobada el pasado lunes, ha originado un aluvión de críticas de quienes consideran que es innecesaria y restrictiva. "Quieren matar moscas a cañonazos", dice un empresario local.
Lorenzo Cervera y sus amigos, matrimonios de edad media, suelen bajar todos los días en verano a cenar a la zona de Poniente con sus hijos. Como en el cuento de la Cenicienta, a las 12 de la noche se tendrán que marchar. O la cena les saldrá muy cara. "¿Dónde está el Benidorm pionero en las libertades y el ocio?", se pregunta. Cervera dice que los actuales responsables municipales han empequeñecido a Fraga Iribarne cuando acuñó la frase de "la calle es mía". "Lo próximo será el toque de queda", lamenta. Desde las 12 de la noche y hasta las 7 de la mañana nadie se puede sentar en la arena, o dormir, pasear con animales, pescar, encender hogueras, jugar, beber alcohol o hacer el amor. Por el día, además de algunas anteriores, no se puede jugar a raquetas o a la pelota en la orilla, poner la sombrilla para reservar sitio, cocinar... Las multas van de los 120 euros a los 3.000 euros.
"A ver si tenemos que entregar un manual de uso ahora a todos los visitantes", ironiza Antoni Mayor, presidente de la patronal hotelera Hosbec, poco entusiasta con el documento. "No podemos convertir esto en un estado policial. Es necesario cuidar nuestro principal recurso, pero con flexibilidad", añade. Más duro es el presidente de la Asociación de Comerciantes, Rafael Gasent: "Es una auténtica barbaridad", afirma. "Es un bien de todos y tenemos derecho a disfrutarlo", argumenta.
Varios concejales del PP han reconocido a este periódico que votaron a regañadientes en el pleno del lunes. No era el momento de poner en entredicho la autoridad del alcalde, Manuel Pérez Fenoll, justo en medio de su lanzamiento político provincial, apuntan. El PSPV arremetió en el pleno con dureza contra el texto por sus "contradicciones", y meditan presentar alegaciones. También desde el Gobierno central estudian si vulnera la Ley de Costas, que en el artículo 31 señala que la utilización del dominio público marítimo-terrestre será "libre, pública y gratuita".
La norma no entusiasma por igual a los responsables de los pubs de primera línea, los más afectados por el botellón. Simo Omar, encargado de Ku Longe Café, considera que "va a quitar mucha vida a Benidorm, sobre todo en verano". La imagen de la playa "llena de fiesta por la noche" es algo "típico de Benidorm", añade. Jaime Soriano, empresario de varios locales míticos como el Heart Breack, considera, sin embargo, "perfecta" la medida. Dice que los jóvenes "utilizan los servicios y la música de los pubs", y a la hora de consumir lo hacen en la playa, lo que está "lastrando al sector".
Mientras, la concejal de Playas, Josefa Pérez, sentencia: "Las playas no se cierran. La ordenanza permite entrar, pasear y salir, pero no estar".
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