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Seis años de cárcel para tres 'mossos' por torturas y lesiones a un detenido

Un hombre fue arrestado por error y un agente le metió la pistola en la boca

La Audiencia de Barcelona ha condenado a sendas penas que suman seis años y siete meses de cárcel a tres mossos d'esquadra por las torturas y lesiones infligidas a un ciudadano rumano que fue confundido con un delincuente. Cuando se produjo la detención, Lucian P. iba acompañado de su novia, embarazada de dos meses, que también recibió un trato degradante de otros dos agentes. Uno de ellos, Fernando Cesa López, ha sido condenado a dos años y tres meses de cárcel, y otro, Alejandro García Avilés, a 2.400 euros de multa. Ésta es la sentencia más dura dictada nunca contra los agentes de la policía autonómica, que estos días conmemora el 25º aniversario de su refundación.

Los hechos se iniciaron la noche del 27 de julio de 2006, cuando cuatro policías se abalanzaron en la calle sobre Lucian P. y le propinaron "reiterados golpes y puñetazos por todo el cuerpo", se expone en la sentencia. El tribunal de la Sección Novena recuerda que los policías no se identificaron, que pisaron la cabeza del detenido contra el asfalto y que eso provocó que los transeúntes les recriminaran su actitud. "Dejadnos en paz, que estamos haciendo nuestro trabajo", replicaron los policías. El detenido fue introducido en un coche patrulla conducido por el agente Manuel Farré Muñoz en el que viajaban los también policías Joan Salva Páez y Jordi Perisse Bresco.

"Si la juez te suelta te podemos matar. No serás el primero", le dijeron

La sentencia asegura que este último introdujo la pistola en la boca del detenido para que reconociera un robo cometido días antes en una vivienda de Barcelona en el que resultó herida una mujer. "Hijo de puta, te vamos a matar. Te gusta golpear a la mujeres, te van a caer 20 años", se asegura en la sentencia que le dijeron al detenido. Después le amenazaron con tirarlo por un barranco. "Si la juez te suelta, te podemos matar". No serás el primero", le espetó el policía Perisse al detenido, según el texto de la sentencia, al tiempo que le golpeaba con la pistola en la espalda y le obligaba a mantener la cabeza agachada entre los asientos.

Durante ese trayecto los agentes Sala y Farré también golpearon e insultaron "repetida e indistintamente" al detenido. Incluso el conductor, se explica en la resolución, aprovechó el tiempo que estaba parado el vehículo para golpear al rumano, que no paraba de llorar y rogaba que le dejasen de golpear porque era hemofílico. Ya en la comisaría barcelonesa de Les Corts, le siguieron golpeando, mientras la víctima advertía de que se podía morir.

"Más valdría", respondió un agente. Después fue obligado a entrar a un cuarto, donde fue desnudado, y acabó en el calabozo. Fue entonces "y nunca antes", subraya la sentencia, cuando se le leyeron sus derechos y los motivos de su detención. Allí pasó la noche y a las 11.30 del día siguiente fue puesto en libertad, al descubrirse el error. La víctima del robo no reconoció al detenido cuando le enseñaron sus fotografías. Los agentes advirtieron entonces el error y hasta le dijeron al detenido que se podían haber equivocado. Uno de ellos, incluso, le acompañó a su domicilio.

Fulga I., la novia, tuvo más suerte y fue puesta en libertad aquella misma noche, dos horas después de ser arrestada "de manera totalmente arbitraria" por los policías, precisan los jueces.La mujer se resistió y fue agarrada con fuerza por el pelo y le apretaron el cuello para que dejara de gritar. Las lesiones sufridas tardaron 15 días en curar.

Iván Fernández, abogado de la víctima, mostró ayer su satisfacción con la sentencia. Su única discrepancia radica en la absolución del sargento de la policía autonómica. El tribunal considera que ni él ni el jefe del grupo de atracos participaron en los hechos ni dieron órdenes a los acusados para que actuaran como lo hicieron.

El Departamento de Interior aseguró ayer que está analizando la sentencia para decidir las medidas que adoptará. El sindicato SAP-UGT pidió que se mantenga "el apoyo institucional y el asesoramiento legal" prestado a los policías.

"No tengo ningún interés en volver"

Lucian P., de 28 años, se marchó hace cuatro meses a Rumania, donde trabaja de albañil. "No tengo ningún interés en volver", explicó ayer en conversación telefónica con EL PAÍS. Se casó con la novia que tenía cuando ocurrieron los hechos, de 26 años, y tuvieron el hijo que ya esperaban entonces, que ahora tiene ya un año y nueve meses.

Pero no ha olvidado lo ocurrido. "No he dejado de pensar en lo que sucedió, eso no me lo va a quitar nadie", explica. Desde que quedó en libertad y hasta que se marchó de España, siempre miraba hacia atrás, "sobre todo cuando los veía patrullando por la calle", dice en referencia a los mossos.

Está "bastante" satisfecho con la sentencia, al menos con la parte que ha podido leer, y asegura que confiaba en la justicia. "Por eso llegué tan lejos, aunque pasé mucho miedo en el juicio". Ahora la justicia le reconoce una indemnización de 15.000 euros por los daños morales sufridos y de 3.000 para su esposa. La Generalitat es declarada responsable civil subsidiaria.

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