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OPINIÓN
Columna
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Lo de Bono

Juan Cruz

Lo que preocupa del vídeo en el que Bono se ríe a carcajadas con un grupo de congresistas es su aire tabernario.

Bono lleva años mirándose al espejo; el día que tuvo problemas con su visión se arregló el pelo. Pero el pelo no es el espejo del alma; el espejo del alma es la risa. O la sonrisa. Es decir, la boca. Como pongas la boca, así eres. Y en ese vídeo, Bono ha puesto la boca tal como la tiene.

Hay gente que habla de lado, como para decir confidencias, y Bono es de los que hablan de lado hasta cuando habla de frente. Quiere que el que tiene enfrente esté de acuerdo; es un Zelig de la política.

En este caso celebra con algunos conmilitones la ocurrencia que paladea hasta que la suelta. A esta gente clerical le gusta decir palabrotas. Y como están hablando de una santa, pues Bono expele su confidencia en busca de carcajadas:

-Hijos de puta.

Y alrededor los tabernarios emiten una sonora carcajada. Él está tan feliz. Se siente escuchado. Qué risa.

Giulio Andreotti, al que también le gustan las santas, le dijo una vez a su colega José María de Areilza, durante la transición:

-A este país le falta finura.

Manca finezza. La expresión se ha citado mucho. A Andreotti le parecía éste un país insultón y tabernario; todo el mundo gritaba. Manca finezza.

Lo de Bono es de una relevante ausencia de finura. Quiso meter en el santoral laico de la Cámara a una monja, e irritó la sensibilidad laica (la que queda) de la sociedad a la que la adulación innecesaria le parece una falta de respeto.

Y, claro, se armó. Entonces Bono va a la taberna, improvisa, y pide la asistencia de los que le pueden reír su aguardiente:

-Hijos de puta.

Es común entre los que hablan con la boca ladeada buscar la complicidad de los que no son de su bando, para que las chinitas suenen más fuertes, y sean como pellizcos de monja, precisamente.

En esa risa de Bono, y en la carcajada de sus conmilitones, se ha podido ver un nuevo capítulo de esa frescura de aquel al que le trae al fresco la taberna que regenta. Lo que quiere es gastar unas copas con sus tertulianos, y al negocio que le den dos duros.

Así se fastidian los negocios, precisamente, yéndose de fiesta con los parroquianos.

Que tenga cuidado Bono, porque la risa, en determinadas circunstancias, rompe los espejos. -

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