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Columna
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¿Hace falta Bolonia?

Confusión es una de las palabras que mejor define el panorama universitario. Mientras la universidad española prepara la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), centenares de estudiantes protestan por las calles y se encierran en las facultades en contra del llamado Plan Bolonia, e incluso algunos docentes y gestores universitarios salen en los medios de comunicación cuestionando el proceso y creando, sin duda, cierto alarmismo social. Pero, ¿es tan negativo este cambio?, ¿funcionan tan bien las universidades españolas que vale la pena no tocarlas?

Estos días podíamos leer en prensa que el sistema universitario español se sitúa en el último lugar respecto a otros 14 países europeos, EE UU y Australia. Si analizamos los rankings mundiales resulta difícil encontrar alguna universidad española entre las doscientas primeras. Datos que pueden pasar desapercibidos por poco novedosos, pero que ponen de manifiesto, por enésima vez, la necesidad de un cambio urgente en nuestras universidades.

"La oposición a Bolonia proviene, en parte, del miedo a perder cuotas de poder y chiringuitos"

Bolonia no sólo no supone un obstáculo sino que brinda una gran oportunidad. Por un lado, el EEES garantiza la comparabilidad de nuestros estudios y profesiones a nivel europeo. Somos muchos los estudiantes que estamos hartos de las trabas burocráticas a las que nos enfrentamos al cambiar de universidad (e incluso dentro del mismo país), y que con este cambio vemos eliminadas estas barreras y ampliado nuestro horizonte laboral con la homologación de títulos a nivel europeo. El Espacio Europeo propone un cambio en las metodologías docentes. Acaso, ¿no es necesaria esta renovación pedagógica cuando la mayoría de profesores hacen uso exclusivo de la lección magistral? Necesitamos modelos educativos más participativos, donde nuestros docentes no se dediquen simplemente a ser transmisores de información y de apuntes, sino facilitadores del proceso de aprendizaje, con un incremento de actividades prácticas como las que nos encontraremos en nuestras futuras profesiones.

Bolonia supone también la revisión de los actuales estudios y la verificación de la calidad de todas las carreras universitarias. Es un firme compromiso de transparencia y rendición de cuentas, en el que todos los agentes implicados pueden y deben participar. ¿No es necesaria una actualización de los planes de estudio que en algunas universidades llevan décadas sin tocar? Muchos de los sectores contrarios a Bolonia rechazan por completo la nueva estructura de grado y máster, cuando estos últimos llevan años impartiéndose en nuestro país sin ningún control, a precios desorbitados y accesibles sólo a unos pocos. Con la implantación del EEES los títulos oficiales van a tener que cumplir un riguroso control que garantice la calidad y la oferta a precios públicos.

¿A qué se deben las protestas? Todo cambio genera incertidumbre, mas resulta evidente la existencia de muchos intereses ocultos que se aprovechan de la confusión para movilizar al personal desinformado. Por un lado, presiones de sectores inmovilistas, más tradicionales y reacios a cualquier cambio. Por otro, intereses políticos y miedo de algunos que ven peligrar el "chiringuito" que tenían montado o su cuota de poder tras el nuevo "reparto". Bolonia puede que no sea la solución a todos nuestros males, pero no privatiza nuestra universidad, ¿o es que la banca está diseñando nuestros planes de estudio? ¿dónde está dicho que las becas-préstamo vayan a sustituir a las becas actuales? Bolonia la construimos los universitarios y es una oportunidad histórica que las universidades españolas no debieran desaprovechar.

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Francesc Esteve es doctorando de la Universitat Jaume I, y ex presidente del Consell d'Estudiants e investigador de la Cátedra UNESCO de Gestión y Política Universitaria.

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