Dos ideas son mejor que una
Una idea sencilla, reiterada. Sirve para imaginar el movimiento de los glaciares, la deriva de los icebergs, la ingravidez de las nubes, el discurrir de los arroyos que descienden helados de las cumbres nevadas y otras 75 estampas naturales que impliquen paisajes, movimientos pausados y eso que se denomina belleza natural. Sensibilidad de mesa camilla. Sigur Ros. Hasta su último disco era el grupo que más rentabilizaba una idea del mundo. Tenía una, la repetición de un motivo musical. Propiamente no había canción, tan sólo una idea hinchada, un globo, un dirigible lleno sólo de gas.
Son una sensación. La belleza sin aristas siempre ha tenido buena entrada, amplificada en provincias por el encomiable uso que los miembros de Sigur Ros hacen del finés, el idioma en el que cantan. Identidad al margen, se ha de reconocer que la orientación pop de su último trabajo se sustancia en canciones que tienen algo más que un motivo reiterado hasta la extenuación. Temas como Inní mér syngur vitleysingur y Gobbledigook -interpretado con tambores- dieron sustento a una música más articulada. Lo demás, los temas antiguos para flotar, llenos de helio y nada más, como siempre.
SIGUR ROS
Club SAnt Jordi. Barcelona, 13 de noviembre.
Hay poco más que decir de un concierto que mostró la evolución de la banda, que como siempre en ella mostró un espectáculo cuidado, plástico y de una sonoridad de lujo. Estreno, pues, brillante del Club Sant Jordi, antigua Sala Anexa, que sólo tiene la pega del transporte. Quienes no tienen medio privado quedan a merced de los hados cuando acaba la función. Mal sistema para volver de los glaciares.
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