"Puedo catar 50 vinos seguidos, pero no cada día"
En un imponente salón de gruesa moqueta y paredes forradas de madera, varias docenas de caballeros y alguna dama catan la cosecha de 2005 de los vinos de Burdeos. Entre ellos está Pancho Campo. Chileno de nacimiento (1961), español de pasaporte y residencia, esa tarde acabará recibiendo el título de Master of Wine.
Hay sólo 277 maestros del vino en el mundo y Pancho es el único español. Quizás porque para conseguir el título hay que saber inglés. "El idioma oficial del vino es el inglés, ya no es el francés. Todos los bodegueros franceses hablan inglés. Con un acento muy fuerte, pero inglés", explica. "En España aún te dicen ¿para qué tengo que hablarlo si los ingleses no hacen vino?", se lamenta.
Es el único español entre los 277 maestros del vino en el mundo
Pero, sobre todo, hay que saber de vinos. Y mucho. Hay que estudiar 25.000 vinos distintos, reconocer a ciegas no sólo su calidad, características o de qué uva se componen, sino de qué región vinícola y de qué parte de esa región proceden.
El almuerzo es en un restaurante a tiro de piedra. Pancho sugiere que nos acompañe Diego Magaña Tejero, hijo del fundador de las Bodegas Viña Magaña de Barillas (Navarra), la primera en traer uva Merlot a España. Mientras Pancho se cepilla los dientes para que las fotos no delaten el clarete catado, Diego se apresura a mostrar su vino favorito de la cata: un Chateau Margaux, "el vino que bebía Napoleón", cuya cosecha de 2005 se cotiza a entre 900 y 1.500 euros por botella.
Quizás por la hora temprana, o por la cata, o por la tensión de la inminente ceremonia, nadie da importancia a la comida. Y casi hay que forzarles a beber vino. "Es que me saturo enseguida", se justifica Pancho. "Puedo catar 50 vinos seguidos, pero no cada día".
Diego elige un Gevrey Chambertin de Joseph Drouhin, un Borgoña de 2005 que no triunfa. "Es un Pinot Noir de nivel básico, mal conservado. Está apagado, se nota que ha estado almacenado a temperatura demasiado alta y que se ha escapado vino y ha entrado aire. Denota demasiado el alcohol. Le falta fruta", describe Pancho Campos.
La conversación es agradable y revela a un hombre polifacético. Mal jugador de tenis, buen entrenador -capitán del equipo de Chile en Barcelona 92-, organizador de eventos, desde conciertos de Pink Floyd a partidos de la Copa Davis. Hombre con iniciativa, ha fundado "la Wine Academy of Spain; así, en inglés, para dar a conocer a los extranjeros los vinos españoles". "España está de moda. Almodóvar, Penélope Cruz, Banderas, Nadal. Pero somos muy malos vendedores y promotores de nuestro propio producto", se queja. "En las crisis aumenta el consumo de vino, sobre todo el de a buen precio. Y el español destaca sobre todo por su excelente relación calidad/precio", afirma.
Comparte su pasión por el vino con la lucha contra el cambio climático. Un día llamó a la puerta de Al Gore y éste acabó eligiéndole entre los 80 líderes mundiales de su campaña. "El cambio climático va a cambiar el vino, para bien o para mal. Hay que saber que las cosas serán diferentes. Pero también hay que actuar, usar botellas más ligeras, evitar las pesadas cajas de madera, el transporte...".
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