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Una semana del Festival de Jazz de Madrid: de todo y para todos los gustos

Todo lo que puede pasar en una semana intensa de jazz, pasó: que un pianista nonagenario, Bebo Valdés, pusiera al público del Real a dar palmas (¡palmas en el Real!). Que la organización tuviera que recurrir a los geos para hacer llegar a la cantante Laika Fatien a tiempo a su concierto del sábado en el teatro Fernán-Gómez desde el aeropuerto de Barajas, mientras el conjunto reclutado deprisa y corriendo entretenía al respetable... Lo más asombroso: el público, que sigue acudiendo noche tras noche a escuchar jazz, caiga quien caiga y haya crisis o no la haya. Hubo lleno con Hiromi en su visita a la Fundación Carlos de Amberes, el pasado viernes; lleno con los Valdés, Bebo y Chucho, en su recital a doble piano en el Real; y el domingo, con Kurt Elling (teatro Fernán-Gómez). Y casi lleno en todo lo demás.

Hay cosas que se entienden. Por ejemplo, que nadie quisiera perderse la "última oportunidad" de escuchar a Bebo Valdés, que posiblemente no sea la última, aunque sí fue la primera en que se le dio al veteranísimo intérprete la oportunidad de pisar el escenario del Real. Lo que en otros tiempos hubiera sido piedra de escándalo. Bebo es un pianista de salón, y a mucha honra. También es una especie de reliquia de otros tiempos, y tiene esa forma de interpretar Sabor a ti y El manisero que ya nadie sabe, sino él. Ni siquiera su propio hijo, con quien compartió escenario.

Kurt Elling y Obama

Si Bebo & Chucho abrieron la semana a lo grande, Kurt Elling la cerró de igual modo, a lo grande, y hablando en español: "El mundo está cambiando", dijo alborozado. Hablaba de Barack Obama, claro. El cantante más celebrado del jazz contemporáneo, y uno de los más comprometidos políticamente, visitó nuestra ciudad con un programa dedicado a Johnny Hartman y John Coltrane, protagonistas de uno de los discos de jazz vocal más celebrados de la historia. Cumpliendo con una larga tradición entre los músicos de jazz, no cantó ni uno solo de los temas del disco: si alguien fue esperando escuchar Lush life o My one and only love, se quedó con las ganas.

Y siendo cierto que el recital agradó, incluso, a los detractores del artista, que los hay, no menos cierto es que elde Chicago incumplió lo prometido. Al fin y al cabo, en algo se tenían que parecer los músicos de jazz a los políticos.

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