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ÁREA DE META | Liga de Campeones
Columna
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Andoni Zubizarreta

Tras el primer cuarto de temporada podríamos decir que el Barcelona ha conseguido algunos resultados interesantes, algunas victorias espectaculares y que, finalmente, se ha encaramado a lo más alto de la clasificación. Allá por el mes de julio, cuando Pep Guardiola accedía al vestuario del Barça, se esperaba de él que contribuyese a que los blaugrana recobrasen su estilo de juego; se esperaba que se conectase con lo más hondo de la tradición de Can Barça para devolver al equipo las ganas de ganar, el deseo de hacerlo de forma fiel al estilo de juego que él mismo, con el 3 a la espalda, había contribuido a consolidar; se interrogaba sobre si podría construir un Barça que a él, como fiel culé, le hiciera sentirse orgulloso cuando lo viera evolucionar sobre el campo. Si miramos un poco más allá, esperábamos que devolviese la tranquilidad al vestuario y que en la sala de prensa se volviera a hablar de fútbol. De todo esto y de su bisoñez como entrenador se examinaba Pep en este cuatrimestre inicial. La pregunta que más hemos respondido los que le conocemos y, evidentemente, él mismo, es aquella de: ¿será capaz?

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Podemos decir que, razonablemente, el aprendiz ha mostrado cualidades que le acreditan como un buen entrenador, podemos reconocer que el equipo juega a algo que nos trae buenos recuerdos y que está alineado con la ortodoxia culé. Podemos recordar un número razonable de buenos partidos, de jugadas espectaculares, de acciones individuales al más alto nivel. Aún sabiendo que, como decía Luis Uranga, ex presidente de la Real Sociedad, "el cirio es corto y la procesión larga", en el boletín de notas de este parcial el alumno Barça se ha ganado una buena calificación, digamos que un notable alto (ya saben que la exigencia es alta en estos equipos).

Bueno, y yo me pregunto si en el avión que devolvía al Barça de Málaga a la ciudad condal, el entrenador del Barça se sentía contento. Bueno, no contento, que eso seguro que el resultado y la prueba superada de vencer en un césped casi impracticable debería de traer la satisfacción al exigente míster blaugrana, sino afinando un poco más: ¿habrá encontrado Pep un ratito de tiempo, entre Málaga y la Champions, para disfrutar de lo logrado hasta el momento?

Si me oyera me diría que siempre hemos hablado de que hasta que no acaba la temporada no hay nada que celebrar (volvemos al refrán de Luis Uranga), que hay que mantener la concentración ya que cualquier pequeño detalle es fundamental para no despistarse; me diría que qué es eso de celebrar lo "no" conquistado y qué clase de ejemplo sería éste para su vestuario, para sus jugadores, porque Pep piensa que las normas son, primero, para él mismo y que, como lo que mejor enseña es el ejemplo, anda más preocupado por hacer que por celebrar.

Es más, creo que en su cabeza tiene un plan hermoso para su club, para sus jugadores y para él mismo, y cada día se levanta con la ilusión de hacer realidad eso que ahora son sólo sueños y trabajo, mucho trabajo. Pero me sigo preguntando casi lo mismo: ¿ese que quería que ganase Hamilton se concederá un ratito para disfrutar de lo conseguido, para hacer sentir a los que están cerca de él que está feliz con su dedicación?

Como diría Dylan, la respuesta está en el viento.

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