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LECTURA

Adolf Hitler: "El partido nazi rechaza la violencia"

El dictador se vio acorralado ante el tribunal, como se lee en el siguiente fragmento del libro 'El hombre que humilló a Hitler'

Con Adolf Hitler en el estrado de los testigos, el juez Ohnesorge fue directamente al grano. "El representante legal de la acusación particular", explicó, refiriéndose a Litten, "sostiene que Sturm 33, al que pertenecen los cuatro acusados, es una llamada sección de asalto. Afirma que dicha sección de asalto fue organizada, de forma deliberada, con el objeto de llevar a cabo asesinatos premeditados, y que dicho plan era conocido por la dirección del partido y aprobado por ella. ¿Sabe usted de la existencia de Sturm 33? ¿Conoce usted a sus líderes?".

Hitler respondió a Ohnesorge de la manera que empleaba en sus comparecencias ante los tribunales: dando el discurso que habría pronunciado en una concentración política. Era "absolutamente imposible" que ninguna de las células de las SA de Berlín se hubiera formado para actuar del modo en que sostenía Litten en su pregunta. El NDSAP [el partido nazi], insistió Hitler, "rechazaba de la manera más tajante los métodos violentos". Las SA servían sólo para proteger al partido "del terror emanado de la izquierda", así como "para desempeñar funciones de propaganda". "Ya he declarado", dijo, "que los nacionalsocialistas son absolutamente legales", y en ese sentido no se refería sólo a lo que "deseaba profundamente", sino a "la realidad". Por supuesto que Hitler no sentía ningún aprecio por la Constitución de la República de Weimar, pero sabía que cualquier intento de llegar al poder contraviniéndola conduciría a un "innecesario derramamiento de sangre", lo que significaría faltar a la confianza que sus seguidores habían depositado en él como líder.

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Entonces, sin que se hubiera producido ninguna intervención del juez Ohnesorge, Hitler pasó a la cuestión de Walter Stennes [líder de las SA para Berlín y la Alemania Oriental]. Era ridículo, insistió, sugerir que Stennes había formado "secciones de asalto" siguiendo instrucciones del partido.

Al mencionar a Stennes en relación con el tema de los comandos de choque, Hitler ya se había puesto a sí mismo en una situación peligrosa. En un artículo publicado el 4 de abril en el Völkischer Beobachter, Hitler había señalado con desdén que "lo único que ha conseguido herr Stennes en toda su existencia ha sido formar unas cuantas patéticas secciones de asalto". ¿Era posible que el 8 de mayo hubiera olvidado el significado de una expresión que el 4 de abril le resultaba conocida? ¿No demostraba el lenguaje empleado por Hitler ante el tribunal que aun cuando no hubiese aprobado la actividad de Stennes había estado al corriente de la misma?

"¿En qué sentido utilizó usted el término comandos de asalto en su artículo?", le preguntó entonces Ohnesorge. "La acusación particular se basa precisamente en ese artículo. ¿Se estaba refiriendo a que la labor de las secciones de asalto era la de matar intencionadamente a personas?".

Hitler trató de eludir la pregunta, asegurando que en su artículo no había pretendido describir las actividades de Stennes dentro del partido, sino más bien lo que había hecho antes de unirse a los nazis. Repitió, confusamente, que Stennes sólo había conseguido crear unas cuantas pequeñas organizaciones sin importancia. "Pero incluso respecto a eso", añadió, "no era mi intención emplear la expresión secciones de asalto en el sentido en que se pretende dar a entender".

Ohnesorge insistió: "La expresión me parece cuando menos incriminatoria". "Naturalmente, entonces no sabía que un día, a causa de esa expresión, me vería crucificado por un abogado", dijo Hitler, e intentó de nuevo encontrar una salida. "El concepto de sección de asalto ha adquirido un significado totalmente ridículo aquí", dijo, y procedió a explicar que el término procedía de la guerra.

"Las SA tienen prohibido recurrir a la violencia o provocarla", continuó. "Pero en el momento de defenderse a uno mismo resulta difícil saber dónde se encuentra el límite entre la autodefensa y el ataque. Cuando un hombre de las SA es perseguido durante meses por los asesinos rojos...". "Asesinos rojos" era un término demasiado fuerte para el juez Ohnesorge, que interrumpió a Hitler con un: "Le pido que evite utilizar esa expresión" (...).

En ese momento intervino Litten. "Sin embargo", dijo dirigiéndose a Hitler, "usted ha acusado públicamente al capitán Stennes de que lo único que había conseguido había sido formar unas cuantas miserables secciones de asalto. Cualquier persona que leyera eso tendría que entender que usted se refería a que el capitán Stennes había creado comandos de choque dentro del movimiento nacionalsocialista". Litten sostuvo en alto el artículo a seis columnas que Hitler había publicado en el Völkischer Beobachter. "Yo no pretendía lanzar ninguna acusación semejante contra Stennes", replicó Hitler. "No quería decir que hubiera estado trabajando ilegalmente dentro del partido. Sólo pretendía explicar que si quisiera refutar las críticas que me estaban haciendo Stennes y los otros líderes radicales, tendría que abandonar el sendero de la legalidad, y no haré eso bajo ninguna circunstancia" (...).

"Entonces, ¿tenía usted miedo de las ideas ilegales de Stennes?".

Hitler volvió a adoptar una táctica evasiva: "No estoy en posición de juzgarlas".

La otra línea principal de interrogatorio de Litten tenía que ver con la aprobación por parte del partido de ciertas declaraciones hechas por el jefe de propaganda Goebbels. En enero de 1930, después del asesinato de un SA (y proxeneta) de Berlín llamado Horst Wessel, Goebbels había escrito en Der Angriff que a los asesinos había "que molerlos a palos hasta que no quedara nada de ellos".

Litten pasó a centrarse en ello: "Usted ha dicho que el Partido Nacionalsocialista nunca emprende acciones violentas; pero ¿no fue Goebbels quien difundió el eslogan Al enemigo hay que hacerlo pulpa?".

"¡Eso no tiene que ser tomado literalmente!", protestó Hitler. "Ha de entenderse en el sentido de que uno debe atacar y destruir a las organizaciones adversarias, pero no significa que uno ataque y asesine al adversario" (...).

Hans Litten tenía tres preguntas más para Hitler. Fue la segunda la que le puso en mayores apuros. En 1927, Joseph Goebbels había publicado el panfleto El nazi-sozi, que debía ser utilizado en la instrucción de los reclutas del Partido Nazi. Allí Goebbels sostenía que si pese a todos sus esfuerzos al final resultaba que el NSDAP no conseguía hacerse con el poder a través de elecciones parlamentarias, "entonces marcharemos contra este Estado. Entonces nos atreveremos a asestar el último gran golpe por Alemania; de revolucionarios de la palabra pasaremos a ser revolucionarios de la acción. ¡Entonces haremos la revolución! Entonces mandaremos al diablo a los parlamentarios y fundaremos el Estado sobre la base de los puños alemanes y los cerebros alemanes". El pasaje fue eliminado de una segunda edición publicada por el editor nazi Franz Eher en 1929; pero el que no cupiese duda de que había existido daba pie a la pregunta de Litten: ¿conocía Hitler la existencia de dicho pasaje (del que Litten proporcionó una cita muy precisa) cuando nombró a Goebbels jefe de Propaganda del Reich?

Hitler respondió: "La tesis que Goebbels sostiene en él carece de todo valor para el partido, dado que el panfleto no luce el emblema del partido ni está sancionado oficialmente por éste. Goebbels fue nombrado debido a su extraordinaria capacidad para la propaganda, y debe atenerse a los criterios que le doy en mi calidad de líder del partido".

"¿Es correcto afirmar que en 1926 Goebbels ya había sido nombrado Gauleiter de Berlín?", preguntó Litten.

"No me es posible comprometerme en cuanto a la fecha", contestó Hitler. (De hecho, era correcta).

"¿No ha de ser cierto, pues, que algo que un hombre como Goebbels dice al margen de la posición oficial de su partido puede ejercer una extraordinaria influencia sobre los miembros de éste, que leyeron el mencionado panfleto?".

Una vez más Hitler trató de soslayar la incómoda pregunta. "Nuestro movimiento", dijo, "es un crisol en continua ebullición al que acuden personas procedentes de todos los bandos, desde los comunistas hasta los nacionalistas alemanes". Ningún partido podía ser juzgado por un miembro determinado, sino únicamente por su política oficial. Litten no se inmutó. "¿No tuvo el ejemplo de Goebbels que suscitar en el partido la idea de que el programa de legalidad no ha llegado muy lejos, toda vez que usted no disciplinó o expulsó a un hombre como ése, sino que, en lugar de ello, lo nombró jefe de Propaganda del Reich?".

[Más tarde] Litten volvió al panfleto de Goebbels, y preguntó si era correcto afirmar que El nazi-sozi había sido publicado por el Partido Nacionalsocialista y había vendido ciento veinte mil ejemplares.

Litten aclaró adónde quería llegar exactamente con una revelación espectacular: "Acabo de establecer que este panfleto cuenta con autorización del partido, que se vende en todas las concentraciones de Goebbels y que está disponible en las librerías del partido, lo que contradice las declaraciones de Hitler sobre la vía legal".

Hasta Ohnesorge pareció impresionado por el dilema a que se enfrentaba de pronto Hitler. "Herr Hitler", dijo, "lo cierto es que en la sesión de esta mañana declaró usted que el texto de Goebbels no era una publicación oficial del partido".

. 557 páginas.

A la venta el 19 de noviembre. Precio: 21 euros.

El hombre que humilló a Hitler, de Benjamin Carter Hett (Ediciones B)

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