El silencioso problemático
La incomunicación de Schuster y su falta de diplomacia enredan al vestuario del Madrid y dañan la imagen del club
La Wikipedia, la enciclopedia abierta de Internet, contabiliza hasta once tipos diferentes de líderes. Uno de ellos es el líder que deja hacer. Los antropólogos no se ponen de acuerdo: no saben si ésta es una forma de liderar o un caso de vacío de liderazgo, la antesala del caos. En el Madrid todos los jugadores aseguran que Bernd Schuster, su entrenador, encaja en este patrón. "Schuster no me pide nada", repiten. Lo atestiguaron De la Red, Gago, Cannavaro, Pepe, Higuaín y Robben, entre otros. El último fue Sergio Ramos, que la semana pasada, en una entrevista concedida al diario As, lo confirmó. ¿Qué le pide Schuster?, le preguntaron. "No me dice nada", respondió, dando fe de que tanto dentro como fuera del vestuario el entrenador alemán es una especie de Harpo Marx.
Hizo cortes de manga a Osasuna y Athletic y castigó a Ramos por discrepancias tácticas
Al hilo de las palabras de Ramos, Schuster fue invitado a discutir sobre la falta de jugadores de banda en su equipo el sábado pasado. Pero prefirió no debatir sobre fútbol. Era lo previsible. Cuando hace un mes le preguntaron por las necesidades de su plantilla, dijo que no necesitaba nada, aunque piensa lo contrario. El día que le pidieron que justificara los cortes de manga que dedica a los rivales, sea la hinchada de Osasuna o el banquillo del Athletic, empleó la ironía o la ambigüedad. "No tengo nada que comentar", dijo. El hombre considera que su dignidad quedaría menoscabada si abriese la boca: "Yo te escucho, pero no te puedo decir nada".
El domingo, Schuster acababa de ganar al Athletic (3-2), pero estaba obcecado. Se comportó como si creyese que posee una ventaja moral sobre el resto. Habló con monosílabos. Su silencio se vuelve cada día más espeso. Es como una telaraña en la que van desarrollándose problemas que quedan allí, colgados para siempre, hinchándose al sol, como su denuncia de conspiración arbitral contra el Madrid. O como cuando declaró, el pasado verano, que nadie en el club le informaba de la planificación deportiva. Sugirió que le desautorizaban y le tendían emboscadas. Luego, calló sin explicar ni quién ni por qué. Simplemente, dejó que el silencio alimentase rumores, intrigas y chismes. En el Bernabéu todos saben que se refería a Pedja Mijatovic, el director deportivo.
El presidente, Ramón Calderón, que asegura que el Madrid es un club "señor", ampara a Schuster porque también predica el laissez faire. "Es un hombre particular", dice para justificar tanto la arrogancia del técnico como su propia permisividad. Calderón ocupa el vértice de la pirámide burocrática, pero no todos los burócratas del Madrid piensan como él. Mientras un grupo considera que el técnico es "un ser humano de buen corazón, algo tímido, al que afectan mucho las críticas", hay quien, sencillamente, dice que el alemán es "un maleducado".
La polémica caldea dentro y fuera del club y Schuster experimenta un secreto placer en ello. Es tan narcisista como cuando jugaba. Cree que sus silencios le mitifican. El domingo no le hizo falta hablar para castigar a Ramos contra el Athletic. Le mandó al banquillo por opinar de fútbol en As. Su decisión creó un problema donde no había nada.
Schuster interpretó que Ramos cuestionaba su autoridad diciendo cosas tan sabidas como que al Madrid le falta un interior derecho. Lo señaló Robben hace unas semanas y no pasó nada porque Robben no sabe lo que es un "marrón", palabra que Ramos empleó en su discurso. Schuster sabe de esta carencia porque él mismo se encargó de reclamar un jugador de banda el verano pasado. Mijatovic, su gran rival, nunca le hizo caso. Sin embargo, Schuster no se quejó. A la hora de tomar medidas punitivas, el técnico no apuntó hacia quienes le han diseñado una plantilla que cojea, sino hacia Ramos, un futbolista joven, sin demasiado poder político ni en el club ni en el vestuario, pero al que Calderón considera un Pirri en potencia. Un caudillo para el futuro.
Ahora, por primera vez desde que llegó al Madrid, Schuster ha quedado desacreditado ante una parte de la plantilla: los que se conduelen con Ramos y el propio Ramos. Un futbolista clave. La temporada pasada no jugó contra el Roma y el Madrid quedó eliminado de la Champions.
La popularidad de Bernd Schuster en lalistaWIP
Los monosílabos
- Pregunten a los jugadores. 17 de septiembre: Madrid-BATE. ¿Alguna explicación sobre la falta de ritmo del equipo? "Hay que preguntárselo a los jugadores".
- ¿Qué es la chispa? 5 de octubre: Madrid-Espanyol.
¿Al equipo le falta chispa cuando no juega Robben? Tras una pausa de 50 segundos: "¿Chispa?
¿Qué es eso?".
- ¿Cantera?, ¿estamos de broma? 25 de octubre. ¿Qué le parecen las declaraciones de Ramos en <
AS? "No las he leído, no puedo opinar". Son declaraciones de un jugador de su plantilla. "Pues pregúntaselo a él". ¿Cree que hay alguien en la cantera que sirva para acompañar a Ramos en la banda? "¿Estamos de broma?"
- No comento nada. 6 de octubre: Madrid-Athletic. Para evitar malentendidos, ha hecho un corte
de mangas a Caparrós?
"No voy a comentar nada".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.