Quien paga, manda
Dado que los oligarcas rusos hacen cola para recibir el dinero del Kremlin, no hace falta ser un genio para adivinar quién acabará teniendo todavía más poder. Bancos, empresas energéticas y empresas mineras quieren una parte de los 37.000 millones de dinero público prometido por el Gobierno ruso para ayudarles a refinanciar la deuda extranjera.
Tras una caída de las Bolsas rusas del 70% desde comienzos de julio, los oligarcas corren también el riesgo de soportar demandas de cobertura suplementaria sobre algunas de sus posesiones. Vladímir Putin ya ha puesto el sector energético bajo propiedad del Estado e intimidado a los multimillonarios para conseguir su obediencia. Pero el control de la economía por parte del Kremlin acabará siendo aún más fuerte.
Al Gobierno ruso no le importó que Oleg Deripaska, en otro tiempo considerado el hombre más rico del país, tuviera que entregar una participación del 25% en una fábrica de piezas de automoción canadiense a BNP Paribas. Pero tal vez le preocupe más la perspectiva de que la participación del 1,5% que Alisher Usmanov tiene en Gazprom acabe en el
Dresdner alemán si el oligarca no encuentra más efectivo. Peor aún es la posibilidad de que Deripaska acabe entregando su participación del 25% en Norilsk Nickel, el mayor productor de níquel del mundo, a un consorcio de bancos extranjeros. Esa participación, que compró en abril por 10.000 millones de euros, vale en octubre 2.300 millones.
Si los 37.000 millones de euros en préstamos no bastan, el Kremlin puede también comprar acciones. Oficialmente sus planes son comprar acciones para ayudar a las Bolsas a superar tiempos difíciles. Pero si las cosas vuelven alguna vez a la normalidad, el Estado usará la ampliación de su propiedad para reestructurar el paisaje industrial y financiero a voluntad.
Rusia sigue teniendo fondos suficientes como para financiar esta reorganización de la riqueza empresarial. Pero sus reservas en moneda extranjera han disminuido hasta los 395.000 millones de euros, frente a los 450.000 de hace un año; y siguen disminuyendo con las medidas del Gobierno para evitar un desplome.
Pero en su nivel actual el precio del petróleo ya no puede equilibrar el presupuesto estatal. Si sigue cayendo, el Gobierno podría no disponer de medios para endurecer su control sobre la economía. Al menos hay un rayo de esperanza. -
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