La Luz que deslumbra
La cantante cierra su gira y una etapa vital con dos conciertos benéficos
Vive un momento radiante. Hasta cuando olvida la letra de una canción, como le pasó ayer en el segundo tema del concierto, Luz Casal sale airosa del trance con un sorprendente magnetismo, mucha soltura y algo más de gracia. "Me habéis salvado", dijo tras enfocar el micrófono al respetable para que acabase la estrofa traspapelada.
La frase, casi sin saberlo, tenía un doble sentido. Gracias al público, a su fiel público, Luz se agarró a la vida como una campeona a principios de 2007, cuando le diagnosticaron cáncer de mama. Ayer quiso devolverle ese favor y darle las gracias con el primero de los dos conciertos de la cantante en Madrid. Primero con el dedicado a la Asociación Española contra el Cáncer (AEC), que anoche abarrotó el Teatro Albéniz. Hoy volverá a hacer lo mismo para el Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM). "Un grupo de gente que pasa todo el día pegado al microscopio", dice Luz.
El de anoche fue uno de esos conciertos en los que conviene mirar a ambos lados. Al escenario y al público. En uno, una resplandeciente Luz, de labios rojos, pelo corto y sombra de ojos azul, que canta mejor que nunca. Al otro lado, 1.060 personas y un buen puñado de historias. Como la de Amelia Cabañés, química de 52 años, a la que en 2001 también le diagnosticaron cáncer de mama. Anoche, mientras Luz cantaba Entre mis recuerdos, la mente de Amelia volvía al día en el que le dieron la impactante noticia. "Evidentemente, cuando me dijeron que tenía cáncer reaccioné mal", explica Amelia. "Pero fue más una reacción de enfado, de coraje... Me preguntaba: '¿Por qué yo? También por qué yo no...". A Amelia le dieron el alta en 2004 y ahora es voluntaria de la AEC. "Me ayudó mucha gente", continúa. "Mis amigos, mi familia y hasta mi jefe, que no suele ser lo normal".
Luz también se acordó ayer de otro de sus pilares durante la enfermedad. Le dedicó su tema estrella Pienso en ti al médico oncólogo Pedro Aramburu, que durante el año de tratamiento le repetía una y otra vez que cantaría esa canción con ella en el escenario. "Él es el que me decía que no me preocupase, que eso no era nada", recordaba Luz antes del concierto en los camerinos con Pedro delante. "Me decía '¿Te duele aquí?' y, ¡zasca!, me cogía del brazo y me lo estiraba para atrás". Al final Pedro no se atrevió a cantar la canción. "Hoy me voy a reservar", bromeaba. "Que no la quiero dejar en mal lugar".
Tras la primera mitad del concierto acústico, Luz lució su vena rockera y levantó al público con la parte eléctrica. Sonaban Hechizado, Plantado en mi Cabeza, Loca o Rufino mientras el medidor de emociones se disparaba. Las palmas también. Como las del actor Fernando Tejero que, al igual que muchos otros -y, ojo, ésta no es una hipérbole-, han acudido a casi todos los 60 conciertos que la cantante ha ofrecido desde su reaparición el pasado 12 de enero en Elda (Alicante).
Los 20 gaiteros que aparecieron en medio del teatro y la acompañaron en Vengo del norte, ayudaron a enfilar la recta final en una noche emotiva, aunque sin caer en la lágrima fácil.
Tras el concierto de hoy comienza una nueva etapa para Luz. Se hace necesario que la palabra cáncer desaparezca también de cada uno de los reportajes y crónicas sobre ella. Para eso ya se ha puesto el traje de arqueóloga musical y prepara nuevo disco para primavera, un recorrido por la historia de la canción hispanoamericana. "Estoy escarbando", dice. "Y he encontrado tantas canciones que me emocionan que podría hacer 30 discos. Empezaremos por uno".
