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Leyendas, espantadas, borracheras

Uno de los grandes poderes del jazz es su capacidad para crear leyendas. Y en la trayectoria del Festival Internacional de Jazz de Barcelona tampoco faltan episodios que podrían catalogarse sin rubor de auténticos hitos. Uno de los más memorables fue sin duda el Sacred concert que ofreció Duke Ellington con su orquesta en 1969 en la iglesia de Santa Maria del Mar en compañía de la Coral Sant Jordi, dirigida por Oriol Martorell. Allí, en pleno franquismo, se escuchó con claridad en uno de los coros de la pieza la palabra libertad en varios idiomas, entre ellos el catalán. También causó sensación, esta vez desagradable, el plantón que dio Miles Davis en 1967 al público del Palau de la Música. Fue horas antes de pisar el escenario y no tuvo reparo en huir con el adelanto que le habían pagado. Como consuelo, el trompetista ofrecería en 1973 una actuación inolvidable dentro del festival.

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Un antes y un después para el jazz

Los seguidores más veteranos de esta cita musical también recordarán el porrazo que se dio, el mismo año de la espantada de Miles Davis, el saxofonista Coleman Hawkins al caerse del escenario por la borrachera que llevaba encima. O la polémica creada por el caos en la organización del concierto de 1990 del pianista Keith Jarrett. Entre otros despropósitos, la mala calidad de los instrumentos con los que se encontró su prestigioso trío, completado por Jack DeJohnette y Gary Peacock, provocó que Jarrett borrara Barcelona de sus giras durante años (la reconciliación no llegó hasta 2002). En el balance positivo, la presencia en la edición de 1984 de un añorado Tete Montoliu tocando a dúo con Bobby Hutcherson.

Todos estos protagonistas, entre muchos otros, y capítulos más o menos entrañables están reseñados en un libro conmemorativo para celebrar las 40 entregas del festival, escrito por Joan Anton Cararach y Guillem Vidal. El volumen incluye también colaboraciones de diversos autores y ha sido publicado por The Project, que organiza actualmente el encuentro. La primera edición es la catalana, que lleva por título el nombre de la cita, y dentro de un mes saldrá también en castellano e inglés. "Además de repasar su historia, también es una reivindicación de un festival que no ha recibido siempre la consideración que se merece", explica Cararach.

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