_
_
_
_
Reportaje:AL SOL

Toneles de vino y perlas

Isla Margarita, un paraíso caribeño donde Colón y los españoles fueron recibidos con bananas en vez de flechazos

En agosto de 1498, Colón encontró una isla en el sur del Caribe a la que llamó Margarita, y no por una santa, sino porque "margarita" significa "perla" en griego y latín. Tanto allí como en las islas aledañas Coche y Cubagua había tal abundancia de perlas, que la imaginación española se desbordó. Parecían grandes como huevos de paloma, y tan numerosas como las arenas de la playa. Eso sin contar la cantidad de aljófares, esas perlas pequeñas e irregulares que en la Polinesia llaman barrocas. Los españoles enseguida vaciaron los toneles de vino, los cofres del nuevo tesoro de América.

Margarita sigue ofreciendo muchos acicates, empezando por su historia y siguiendo por su marisco, sus soles y sus aguas marinas de gran calidad. Además de la gente con la que te puedes entender con poco que pongas algo de tu parte, y ellos de la suya. Nada nuevo bajo las palmeras. Margarita se ufana de su carácter caribeño (junto a las islas de Coche y Cubagua, constituye el único Estado insular de Venezuela, llamado Nueva Esparta, a 350 kilómetros de Caracas y con una población de 400.000 habitantes). Pero también destaca por su proximidad a una tierra firme voraginosa, selvática, donde se ubica el delta del Orinoco, la Boca del Dragón en tiempos colombinos. En el cercano golfo de Paria, o la Tierra de Gracia, se ubicaba Macuro, que quería decir "hombre blanco" para los nativos waraos. Fue el primer Macondo de los españoles, un lugar de maravillas donde los waraos recibieron a los españoles con bananas en vez de flechazos.

En Margarita hay quienes venden perlas en la playa por el procedimiento de morderlas para ver si son de pega. Las brisas y la buena temperatura no suelen fallar. Tampoco se tarda mucho en ver volar a los escuadrones de pelícanos. La parchita (fruta de la pasión) o la patilla (sandía) son algunas de las jugosas palabras locales. O chucho, como llaman a la manta raya con la que cocinan un pastel añadiendo papelón (melaza).

Si vamos al oeste de la isla, la vista queda imantada por las Tetas de María Guevara, dos cerros gemelos que celebran los atributos de una guerrillera de la independencia. Cerca, en la península de Macanao, los manglares de La Restinga forman un laberinto que gusta a las estrellas y a los caballitos de mar. Una garza real se come un pez sapo mientras te explican que las raíces del mangle negro crecen de arriba abajo, y al revés en el mangle rojo. Aunque lo que vas buscando en el fondo es la ostra de mangle. Se comen por docenas por pocos bolívares en la playa que hay al fin del manglar, un arenal de 22 kilómetros.

Recuerdo de una batalla

Margarita tiene una capital económica, Porlamar (viene de Puerto de la Mar), y una capital política, La Asunción, con bien cuidados edificios coloniales. En su plaza, el tiempo parece adensarse como la masa de una arepa. Hay una sobria catedral del siglo XVII y un museo, el de Nueva Cádiz, instalado donde estaba la cárcel y el Ayuntamiento en época española. En las afueras se alza el castillo de Santa Rosa, rematado en 1682, con buenas vistas del cerro Matasiete, un lugar donde en 1817 los 3.000 soldados españoles del general Morillo fueron derrotados por "seiscientos intrépidos margariteños", al mando del coronel de granaderos Francisco Esteban Gómez.

No faltan, pues, lugares para bucear en la historia, algo siempre interesante si no se convierte en una especie de anástasis, el descenso de Cristo a los infiernos, o al Limbo de los Patriarcas, que de ambas maneras se define ese bizantino asunto. Margarita se prestaría a una cierta anástasis española. Hasta aquí llegó Lope de Aguirre arrasando vidas y la caja de la Real Hacienda. Uslar Pietri lo contó en su novela En el camino de El Dorado: "A culatazos, y a golpes de pica y de daga, despanzurraron el grueso cofre...". Tras hacerse los marañones con el oro y las perlas de Margarita, se bebieron una pipa de vino en vasos, en caracolas y en sus propios cascos. Venían de la tremenda aventura equinoccial, y el remate de Lope de Aguirre fue acuchillar al gobernador de Margarita y a todo hijo de vecino que se le pusiera por delante.

Aguas templadas

Los margariteños fueron llamados espartanos por su papel en la guerra de la independencia del país. Hoy, las batallas parecen consistir en ver quién se compra más cajas de whisky añejo. Sin embargo, Margarita ofrece gratis lo mejor que tiene. El agua templada del mar, o unos crepúsculos en el pueblo de Juan Griego, con la bola del sol sumergiéndose, que por lo general son aplaudidos por la gente.

Tampoco habría que perderse las aguas transparentes y el silencio que rodean a Margarita. Hay nueve millas de travesía hasta Cubagua por mar muy transitado. Los peces de colores se refugian en un ferry, en un buque asfaltero y en otros pecios. El pez más sabroso de estas aguas es la catalana. Una vez asada, su piel rojiza sale de un tirón y sus carnes surgen blancas, como las de un besugo. Junto a la playa de Las Breas, el mar burbujea con escapes de gas y se mancha con pequeñas gotas de aceite. El cronista Oviedo, en su Historia (1535), fue el primero en mencionar la existencia en Cubagua del "aceite de piedra".

En 1541 hubo un maremoto que arrasó la islita de Cubagua y sobre todo Nueva Cádiz, una de las primeras ciudades españolas fundadas en Suramérica. Carlos V le otorgó título real en 1528. Para construirla se trajeron piedras de la península de Araya y de la isla Margarita, y llegó a haber una población de un millar de personas, incluyendo los esclavos negros que sustituyeron a los indios en el buceo de perlas.

Hoy, apenas se intuyen los perímetros de las 12 manzanas de casas de Nueva Cádiz, el Ayuntamiento, el cementerio, la iglesia de Santiago, el convento de San Francisco... Había hornos de cal donde se usaban madréporas, y en una reciente excavación se han encontrado huesos humanos.

Ahora, el venezolano Jorge Armand dirige las campañas del Instituto del Patrimonio Cultural y quiere hacer un parque arqueológico y un museo con las piezas que va encontrando. De momento, lo que más sorprende en la vieja Nueva Cádiz son sus calles rectas, vacías y brillantes por tanto nácar. Conchas y caracolas anaranjadas tapizan el suelo, además de unas lapas que aquí dicen cucarachas de mar. Y luego están las incontables cáscaras de ostras pata de cabra, y sobre todo de ostras tripa de perla, las que segregaron esas cotizadas bolitas irisadas que antaño llamaban margaritas.

» Luis Pancorbo (Burgos, 1946) es autor de El banquete humano (Siglo XXI). Dirige en Televisión Española el programa Otros pueblos.

¿Has estado? Envía tus fotos | Más propuestas e información práctica en la guía de EL VIAJERO

Guía

Cómo llegar

» Travelplan (www.travelplan.es) tiene paquetes a Isla Margarita en distintas fechas, desde 855 (nueve días).

» Dominicana tours (www.dominicanatours.com; 902 90 13 27), desde 596 euros.

» FSB Viajes (http://fsbviajes.com; 915 28 78 90), para pasar la Navidad, por 1.075.

» Vuelos: Air France (www.airfrance.com), Lufthansa (www.lufthansa.com) y Delta (www.delta.com) tienen vuelos de ida y vuelta a Caracas desde Madrid (unos 600 euros) y Barcelona (desde 750). Para ir a Isla Margarita hay otros 40 minutos, con Aeropostal (www.aeropostal.com), Laser (www.laser.com.ve) o Aserca (www.asercaairlines.com), unos 80 euros.

Donde dormir

» Margarita hoy (www.margaritahoy.com) tiene una buena lista de alojamientos.

Información

» Turismo de Isla Margarita (www.conocemargarita.com).

» Turismo de Venezuela (www.mintur.gob.ve)

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_