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Reportaje:

El talento de los oficios medievales recala en el Botánico

Remozado el pabellón Juan de Villanueva, coedificado por Sabatini

El pabellón Juan de Villanueva del Jardín Botánico, recientemente restaurado, acoge hasta el próximo 7 de enero una exposición dedicada a las prodigiosas expresiones del talento inventivo medieval, inaugurada ayer. Ideada desde el Centro de Estudios Históricos y Experimentaciones de Obras Públicas-Cedex y la Fundación Juanelo Turriano, cofinanciada por la Fundación Caja Madrid, narra con abundante aparato audiovisual los orígenes, el despliegue y el esplendor de la construcción y de la hidráulica en la España de entonces.

La muestra se despliega en tres salas que, en cinco ámbitos, dan noticia de la herencia romana y visigoda; del agua, abastecimientos y regadíos; la industria; la edificación -señaladamente las catedrales-; más los caminos y la ingeniería naval durante la Edad Media.

La construcción de las catedrales se explica en vistosas maquetas

La sala que exhibe el legado romano, obra de Juan de Villanueva, arquitecto del cercano Museo del Prado, ha sido tratada en la rehabilitación recientemente acometida por el arquitecto Pablo Carvajal, previo estudio histórico de Francisco Marín Perellón. Solado, cubiertas, ventanas y carpinterías han sido remozados, erradicadas las humedades. Los accesos también han sido recreados y agilizada la circulación interior, despejada en las dos grandes estancias horizontales ideadas por Francisco Sabatini como crujía continuada. El espacio central, con bóveda encañonada, ha visto abrirse sus lucernarios más sus conexiones laterales hacia el jardín.

En este mismo recinto central se muestran, en un ámbito escénico umbrío, joyas como una réplica de la corona de Recesvinto, en la estela del fabuloso tesoro de Guarrazar, florón de la orfebrería visigótica. Fueron visigodos quienes repararon y mantuvieron gran parte de las obras públicas imperiales, desde puentes como el de Alcántara hasta las calzadas. Además, se exhiben alhajas documentales como letras de cambio del siglo XIII o un libro de horas de Alfonso XI de Castilla.

En la crujía lateral dedicada al agua llaman la atención los asombrosos sistemas de regadío y abastecimiento medievales columbrados y aplicados entonces. Norias, como la de las salinas de Imón, en Guadalajara, más maquetas de otra azuda con canjilones de cerámica, así como dos veteranos brocales aserrados en sus bocas por el uso de cuerdas y ornamentados con lacerías altomedievales de impronta clásica, expresan influencias persas y árabes, con propuestas hidráulicas, qanats, los prodigiosos sistemas de canalización del Irán desértico, amén de aljibes y acequias.

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Resalta la atención dedicada a la cerámica, con una interesantísima secuencia de emblemas de oficios medievales, de carpinteros a talabarteros, así como los paneles de las ferrerías, que tuvieron su origen en Segura, en el siglo XIII en el País Vasco, según testimonio documental.

El capítulo más espectacular concierne a las catedrales, cuyos sistemas constructivos se desmenuzan de manera plástica y amena con un repertorio de maquetas de bóvedas y pórticos, cuyas secciones muestran la portentosa urdimbre de sus arcos y nervaduras. Enrique Nuere, arquitecto, uno de los principales especialistas en artesonados mudéjares, exhibe una minuciosa reproducción de un techado con piñas y racimos de mocárabes, con todo el repertorio constructivo también desplegado. Mención especial reciben cantería, pontonería y caminería, con referencia a la importancia de la senda jacobea, precedente del turismo intraeuropeo, atribuida al talento del obispo Gelmírez.

Como colofón, un sorprendente repertorio de objetos, desde esencieros, anillos para el sellado, broches y llaves, revela el ingenio de quienes, desde la tópica tiniebla medieval, tuvieron la osadía de adentrarse en el anchuroso océano de la invención.

Ars mechanicae. Ingeniería medieval en España. Hasta el 7 de enero. De 10.00 a 18.00. Jardín Botánico. Plaza de Murillo, 2. Dos euros.

El pabellón restaurado  del Jardín Botánico.
El pabellón restaurado del Jardín Botánico.BERNARDO PÉREZ

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