_
_
_
_
Reportaje:TEATRO | Reportaje

¡Que vienen los rusos!

Javier Vallejo

Hay visitas que se anhelan. El Atelier Piotr Fomenko llegó a Madrid de puntillas, hace cinco años, al teatro de la RESAD, lugar a trasmano y que no figura en las carteleras. Como casi nadie conocía a esta compañía moscovita, al estreno fuimos cuatro gatos, que esa noche corrimos la voz de tejado en tejado. A la tercera función, la platea estaba a reventar. Los rusos condensaron el primer capítulo de Guerra y paz en cuatro horas maravillosas resueltas con capital humano, imaginación y cuatro trastos. "Esto es teatro", suelen decir los actores cuando ven un espectáculo excepcional. "Esto es música", pensaba yo, escuchando los diálogos en contrapunto y fuga, observando cómo los actores arrancaban casi siempre en dirección opuesta a la esperada y cómo la luz de Vermeer bañaba una escena muda, suspensa cual telón tras la acción principal. El Festival de Otoño volvió a traer el mismo montaje al año siguiente: es la única vez que ha ocurrido en 25 años de historia. En su nueva visita, los fomenkis nos regalaron de paso una excepcional versión metateatral de Las noches egipcias: Pushkin, centrifugado en la máquina del tiempo. La semana próxima, el Atelier vuelve a Madrid con Lobos y corderos, una fábula sobre depredadores y víctimas puestas en bandeja. En noviembre, en Granollers, se estrena otra obra de Ostrovski: El bosc, dirigida por Dusan Tomic, un prometedor joven serbio residente en España. El doblete de este autor desatendido no es casual, y luego veremos por qué. También en el Teatre Nacional de Catalunya sopla el Levante: Sergi Belbel acaba de comenzar los ensayos de El inspector, de Gógol, otra obra que pone el dedo en la llaga. Ostrovski y él hablan de la misma lepra. Para redondear el lote, Quim Lecina estrenará en Barcelona en dos semanas Sonata a Kreutzer, un traje cortado a medida con la tijera autobiográfica de Tolstói y la cinta métrica de Beethoven, y Gerardo Vera, en marzo, dirigirá en el Centro Dramático Nacional Platonov, de Chéjov. Cinco espectáculos con sangre eslava.

"Fundamos el Atelier hace quince años", dice desde su apartamento, en un piso alto de Moscú, Madeleine Djabraïlova, coprotagonista de Lobos y corderos. Ella y sus compañeros de curso del Instituto Ruso de Arte Teatral tenían entonces poco más de veinte años. Piotr Fomenko, su profesor, les dirigió en un shakespeare, en una novela de Faulkner y en esta obra de Ostrovski. "Obtuvimos tal éxito que algunos teatros de Moscú nos invitaron a actuar. Mucha gente nos pidió que siguiéramos juntos y formáramos compañía". Dicho y hecho, el Ayuntamiento moscovita les cedió un antiguo cine, con dos salas de poco más de un centenar de espectadores cada una, que tuvieron que reformar. "Los espectáculos que no cabían allí los estrenábamos en otros teatros, hasta el año pasado, cuando el Ayuntamiento construyó uno para nosotros, con 450 butacas. Ahora somos como los burgueses: nos quedamos con los dos", bromea.

En Lobos y corderos, Ostrovski, hispanista, traductor de Calderón y de Cervantes, admirador de Zola, describe la sociedad rusa del último tercio del siglo XIX, en proceso de industrialización, y satiriza la voracidad y el culto al dinero de la burguesía emergente. En el montaje de Fomenko, estrenado tras la perestroika, resuena la venta a saldo del antiguo régimen, y ahora que atravesamos otra época bisagra, resonarán los desmanes del capitalismo financiero.

En El bosc (El bosque), otro drama pesimista de Ostrovski, "se cruzan las historias de una terrateniente que salda sus bosques a un emprendedor, que los compra para talarlos, y la de dos cómicos sin un duro", dice Dusan Tomic, serbio de 34 años que se vino a España hace diez, porque la situación en su país era insostenible. "Todo es economía, todo tiene moneda de cambio y todos luchan en esta obra por comprar lo más barato y vender lo más caro posible. Es una tragedia de deseos no cumplidos.

Catorce años mayor que Ostrovski, Gógol es el padre de todos los satíricos rusos. "El inspector cuenta lo que sucede al anunciarse que un enviado oficial fiscalizará las actividades del gobernador, el juez, el jefe de policía y el alcalde corruptos de una población donde hasta el maestro tiene las manos sucias", explica Sergi Belbel. "El alcalde es un Jesús Gil, y tentado estuvo Jordi Galcerán de ambientar su versión en la Costa Brava. Lo divertido es que todos ellos se creen que el inspector es un tipo que pasaba por allí, que se deja sobornar muy gustoso. Es una comedia infalible".

"Cuando Tolstói escuchó a su hijo Serguéi y a un amigo suyo tocar la Sonata a Kreutzer, en el diálogo violento del violín con el piano, vio reflejada la relación de amor odio que mantenía con Sofía, su esposa, veinte años menor", dice Quim Lecina, que ha puesto en diálogo esta pieza de Beethoven con la novela homónima de Tolstói, de corte autobiográfico, sus diarios y su correspondencia, en un espectáculo protagonizado por Lluís Soler. Le acompañan Daniel Blanc (piano) y Kalina Macuta (violín), intérpretes sin partitura, en diálogo directo con el actor. "Pienso que cada vez que se toca esta sonata, no importa dónde, Tolstói se materializa".

Chéjov no estaba orgulloso de Platonov, su ópera prima, que no llegó a estrenar, pero que en estos años se ha puesto de moda. "La han montado Lev Dodin, George Lavaudant y Patrice Chéreau, que también la llevó al cine, como Nikita Mijalkov (Pieza inacabada para piano mecánico). Hay una versión en tres actos, pero la íntegra, encontrada en los sótanos de un banco, dura seis horas", dice Gerardo Vera. El director del Centro Dramático Nacional ha encargado a Juan Mayorga que la deje en la mitad de ese tiempo. Vera ve Platonov como "un Hamlet de provincias, un hombre febrilento que acaba destruyendo a cuantos le rodean. Su caída anticipa la de la Rusia zarista, un imperio a punto de ser barrido por la revolución de 1917. No pienso hacer ninguna analogía con la actualidad, porque siendo respetuoso con lo que cuenta el autor, las analogías brotarán solas". .

Lobos y corderos. Del 24 al 26 de octubre. Teatro Valle-Inclán. Madrid. El bosc. Del 13 al 16 de noviembre. Teatre de Ponent. Granollers. Del 20 al 23 de noviembre. Institut del Teatre (Teatre Estudi). Barcelona. Sonata a Kreutzer. Del 31 de octubre al 23 de noviembre. Teatre Romea. Barcelona. El inspector. Del 4 de febrero al 12 de abril. Teatre Nacional de Catalunya. Barcelona. Platonov. Del 19 de marzo al 24 de mayo. Teatro María Guerrero. Madrid.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_