Desgracia
Será casualidad. Un accidente desafortunado, dicen. Yo me lo creo: también fue una casualidad aquel "vota PSOE" que parpadeó sobre el gol de Butragueño. Estas cosas ocurren. Como la imagen de Rajoy insertada en una información sobre las torturas en Abu Ghraib, el 15 de febrero de 2006, en un telediario de TVE. O como la foto del mismo Rajoy en una información sobre el suicidio de un etarra encarcelado, el 28 de febrero de 2006, en otro telediario de TVE.
Cuando algo sucede, puede volver a suceder. Ahora, en La Sexta: la foto de Mariano Rajoy aparece mientras se habla de incidentes futbolísticos, justo cuando la presentadora pronuncia la palabra "payaso". Pueden repasar en YouTube la cadena de accidentes, tienen su gracia.
Como la tuvo el comentario del mismo Rajoy, cuando pensaba que el micrófono estaba cerrado, sobre el "coñazo" del desfile militar. Francamente, a mí me pareció que Rajoy decía lo que habría dicho cualquier hombre sensato, condenado a perder una mañana de domingo. Y no me importó que un año antes, de forma pública, hubiera instado a todos los españoles a desperdiciar con él esa misma mañana. En 2007 cumplió con su deber de político conservador, y en 2008 demostró, creyendo hablar en privado, que mantiene el sentido común.
Rajoy me es simpático, lo reconozco. No creo que le sirva de nada: es muy improbable que algún día vote por él, como es improbable que algún día se me ocurra votar por Zapatero. Quizá incluso es mala señal que Rajoy me sea simpático. Supongo que debería gustar más a los suyos, razonablemente preocupados por la falta de reflejos políticos del líder del PP, y menos a un tipo como yo.
Espero que la concatenación de accidentes no le desanime. Y me permito aconsejarle un libro: Desgracia, de J. M. Coetzee. Una gran novela, severa y lúcida, en la que se demuestra que lo normal es la desgracia y que lo accidental es lo otro, el optimismo, la chiripa y la sonrisa permanente.
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