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Reportaje:

Dos luchadores de antaño

Miro Casabella y Raimon actúan esta noche, por vez primera, en A Coruña

Estos dos cantautores de la fotografía forman parte no ya de la historia de la música popular de sus países sino de la memoria colectiva de sus pueblos. Estos creadores, eternos outsiders, consiguieron no ya ese raro fenómeno artístico que consiste en casar a la perfección una armonía, una melodía y un poema, sino crear sendas canciones que, aún hoy, su gente sigue entonando como himnos: Al vent y O meu país.

A pesar de su extensa trayectoria, a pesar de la llegada de la democracia, ninguno de los dos ha cantado jamás en A Coruña, y el hecho de verlos dando una rueda de prensa en un Ayuntamiento que, por un alcalde o por otro, los vetó durante décadas, produce cierta desazón: como si sus cuerpos estuviesen ocupando unos huecos que llevasen tiempo aguardándoles. ¿Será que aún quedan muchas de aquellas reivindicaciones de antaño sin ser atendidas? "Desde luego que sí", confirma Miro Casabella, "empezando por la recuperación de la memoria histórica, que, tal y como estamos viendo, continúa generando polémica". "Mi opinión personal", prosigue Raimon, "es que todo esto llega muy tarde. ¿Cómo es posible que todavía una parte de la población le niegue a las familias de los represaliados un derecho tan básico como es el de enterrar dignamente a sus muertos? Eso demuestra que aún no hemos roto del todo con el franquismo".

"La primera vez que escuché a Raimon fue en el 64. Aquello me conmocionó"
"En los 80 nos sentimos despreciados, como algo caduco"

La idea de que estos dos iconos de la lucha antifranquista cantasen juntos esta noche en el Teatro Rosalía partió de Xan Fraga, quien acaba de terminar un libro sobre el cantautor gallego. Pero el hecho de que Miro Casabella aceptase de inmediato la propuesta tiene toda la lógica del mundo. Es más: incluso puede entenderse como un homenaje al que fue no sólo su modelo inspirador sino también el acicate de la Nova Canción gallega. "La primera vez que escuché a Raimon fue en el año 64, en un documental sobre la Albufera, cantando su ya célebre Al vent. Yo era muy joven, y aquello me conmocionó. Muchos años después, en marzo del 76, cuando los muertos de Vitoria, coincidimos en Madrid, en una fiesta del Sindicato Libre Universitario". Entremedias, en mayo del 67, Raimon había dado un recital iniciático en Santiago de Compostela: iniciático para todos aquellos jóvenes rebeldes que, un año después, agrupados bajo el nombre de Voces Ceibes, seguirían su ejemplo. Casabella, además, vivió varios años en Barcelona, donde compartió escenario, persecución y amistad con casi todos los integrantes de la Nova Cançó.

"Mi recital de esta noche", explica Raimon, "será una suerte de antología. Un concierto que parte del año 59, cuando actué por primera vez en la Universidad de Valencia, y que llega hasta el día de hoy. Yo he hecho de mi vida canto, y de mi canto vida. Y eso es lo que voy a ofrecer esta noche: un resumen de mi vida y de mi canto". Casabella seguirá ese mismo esquema: viajar desde sus inicios hasta su obra actual. "Pero", puntualiza, "nunca dejé de cantar música popular, ni siquiera en los momentos de reivindicación puntual, cuando lo importante era minar la dictadura y abrir vías a la libertad. Nunca dejé de lado nuestras referencias culturales".

"No es que Miro Casabella vuelva. Los que volvemos somos nosotros... porque él nunca se marchó", escribió el poeta Vicente Araguas a raíz de la publicación del disco Orvallo. Y lo mismo podría decirse de Raimon. "Los años ochenta fueron terribles para nosotros, profesionalmente hablando", afirma; "de repente, nos vimos apartados de nuestro mundo. Nos sentimos despreciados, como algo caduco. El hecho de haber luchado contra el franquismo desde el ámbito artístico dejó de ser un motivo de orgullo para devenir en un lastre. Pero, por fortuna, eso empezó a cambiar a principios de los noventa, con la llegada de una nueva generación de cantantes que reivindicó nuestro legado. Y, en fin, aquí seguimos: en pie, como al principio". Y con la cara al viento.

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