Pica-pica
Es arriesgado incluir en un programa cinco obras cortas de cuatro compositores diferentes sin un poderoso hilo conductor, temático, estilístico o estructural que las conecte, pues el concierto deviene una especie de pica-pica musical incoherente. Es lo que pasó en este concierto.
La actuación de la OBC dirigida por Eiji Oue fue irregular. Berlioz (Obertura Benvenuto Cellini) quedó algo desgarbado y poco pulido en la materialidad del sonido e incierto en la intención interpretativa; las tres pequeñas miniaturas musicales de Montsalvatge (Tres postals il·luminades) tampoco recibieron la exquisitez de sonido que las habría hecho brillar; la inmensidad de la sala devoró la bella voz de la soprano Norah Amsellem que debutaba en Barcelona con la Shéhérezade, de Ravel, una obra que pasó sin dejar huella. Finalmente, la interpretación de ese vals decadente, roto, obsesivo, bárbaro y enloquecido que es La Valse de Ravel, bella metáfora de un orden mundial que naufragaba a principios del siglo XX, tuvo mucha fuerza pero poco detalle y matiz.
OBC
Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya. Norah Amsellem, soprano. Eiji Oue, director. Obras de Berlioz, Strauss, Montsalvatge y Ravel. Temporada de conciertos de la OBC. Auditori. Barcelona, 10 de octubre.
Lo mejor de la noche estuvo en la considerable interpretación que orquesta y director ofrecieron de Muerte y Transfiguración, una vívida e impresionante descripción musical del trance de la muerte que compuso Strauss a los 25 años.
