Cuando la guerra inspira el arte
El Museo Thyssen expone '¡1914! La vanguardia y la Gran Guerra'
La historia del arte está indisolublemente unida a la de la guerra. Y nunca esa vinculación ha sido tan evidente como en la I Guerra Mundial, más conocida como la Gran Guerra. Pese a ello, y a que en esa confrontación está la semilla de los grandes movimientos de vanguardia, el tema ha sido poco estudiado. La exposición ¡1914! La vanguardia y la Gran Guerra, que desde hoy se puede ver en el Museo Thyssen-Bornemisza y en Caja Madrid (www.museothyssen.org/www.fundacioncajamadris.org), viene a dar luz a un periodo en el que la creación vivió uno de los máximos momentos de esplendor de su historia. Nada menos que 222 obras procedentes de museos y colecciones de todo el mundo constituyen una oportunidad única para entender este periodo histórico.
La creación vivió uno de los máximos momentos de esplendor
Javier Arnaldo, conservador jefe de Investigación del Museo Thyssen y comisario de la exposición, explicó ayer que ha tardado cuatro años en poder presentar este trabajo. "La Gran Guerra produjo un entusiasmo universal. Los soldados se alistaron con ánimo exultante y los artistas participaron plenamente de ese resultado. La guerra del 14 cambió el mundo. Del delirio se pasó a la depresión más absoluta, y al acabar todo, los europeos supieron que sus destinos estaba vinculados para siempre". Guillaume Apollinaire, Fernand Léger, Otto Dix, Franz Marc, William Roberts, David Bomberg, Wyndham Lewis, Max Beckmann, son algunos de los 68 artistas sobre los que Arnaldo ha vertebrado la doble exposición.
El recorrido arranca situando al espectador en las vísperas de 1914, del comienzo de la guerra. Es el momento en el que maduran o están a punto de nacer los grandes movimientos artísticos del siglo: expresionismo, cubismo, futurismo, vorticismo, la abstracción. El primer cuadro del paseo es Los lobos. La guerra de los Balcanes, obra firmada por Franz Marc en 1913. En ella, colores oscurecidos anuncian una visión fatalista de lo que viene, el paisaje habla del abatimiento de ánimo. Pero no todo es visión negativa. Artistas como Brancusi anuncian la llegada de una realidad más elevada para cuando la guerra concluya. La famosa escultura Maiastra, de Brancusi, sirve para ilustrar este punto de vista.
Los artistas expresionistas Ludwig Meidner y Jacob Steinhardt exponen paisajes apocalípticos que hablan de los últimos días de la humanidad. Nolde aporta a este apartado alguno de sus más gélidos paisajes, mientras que Humberto Boccioni recoge el caldeado ambiente prebélico en Reyerta en la galería.
El recorrido por la exposición dedica un amplio apartado a la imagen de los jinetes a caballo, uno de los motivos artísticos más recurrentes en la iconografía de la vanguardia artística. El caballo significa fuerza dinámica en el arte de avanzada y también está unido a las puras imágenes de batalla. El jinete soldado ilustra la mirada profética y apocalíptica. Boccioni, Severino, Kandinsky o Marc son algunos de los pintores que firman obra en este apartado.
El afán de experimentación llegó a convertir el cuadro en proclamas que, amparadas en el lenguaje cubista, eran un llamamiento a la insurgencia patriótica. Esos llamamientos a las pasiones más comunes podían alcanzar grandes cotas de lirismo creativo, pero en general rozaban una enorme idiotez chauvinista, en opinión de Guillermo Solana, conservador jefe del Museo Thyssen. La obra 14 de julio, de Férnand Léger, es ilustrativa de este sentimiento. La fuerza destructora de la máquina y la mecanización de la vida moderna son el eje del movimiento futurista, una tendencia en la que los artistas oponen el fervor a la deshumanización, al avance militar y a la destrucción. Man Ray, Otto Dix o Severini ocupan este lugar dedicado a ensalzar las máquinas.
El recorrido prosigue por las salas de exposiciones de la Fundación Caja Madrid. Aquí se entra en el tema del juicio final, vinculado a la guerra, para avanzar después por los artistas que también fueron soldados y que se autorretrataron en momentos difíciles. El cubismo en las trincheras, el estigma de la condenación y el puro escenario de la guerra son las restantes páginas que ofrece esta sorprendente exposición.
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