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Columna
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El fútbol, juego colectivo

Andoni Zubizarreta

La casualidad me dio la oportunidad de ver el Barça-Atlético en directo, en medio de la locura colectiva. Pero el partido había empezado para mí unos días antes, cuando en un acto público se me acercaron algunos medios para conocer mi opinión no del Barça-Atlético, sino del duelo entre Messi y Agüero. Ya sabemos que no existe gran partido sin un gran titular y el del sábado se brindaba para la comparación de los dos astros argentinos. Como los dos son buenos chicos y se llevan bien, había que buscar las discrepancias en otros lugares.

Mi opinión ha sido que los grandes finalizadores necesitan de aquéllos que les suministren juego y que los goles de ambos suelen venir precedidos de un buen pase de su medio campo. Bueno, estos dos también son capaces, como siempre han sido los depredadores del área, de sacar un gol de un cuarto de oportunidad.

El Barcelona filmó un 'spot' de 90 minutos que homenajeaba a las esencias de este deporte

Les decía que soy uno de los que estaba en las gradas del Camp Nou a las 22.15 horas con la boca abierta y los ojos desorbitados, mudo de la sorpresa que supone un resultado tan contundente. Nunca habría predicho una avalancha como la que sufrió el Atlético. Por cierto, que ya me estoy preparando para el partido de la segunda vuelta, que si algo da el fútbol es siempre una posibilidad de revancha y ya disfruto de la mirada del Calderón en esa cita del 1 de marzo de 2009. El fútbol suele ser muchas veces un juego de extremos, pero me da que hubo un momento en el que Aguirre habría pedido con gusto un tiempo muerto para ayudar a su equipo a tomar conciencia del desastre.

En este tiempo de espectador me suele gustar repasar las crónicas que siguen a sucesos excepcionales del deporte. Juegos Olímpicos, partidos de Nadal, carreras de coches y motos me dan un amplio campo de observación que suele tener a los medios como notarios de lo sucedido. Y descubrí que donde el sábado había una pareja de baile Messi-Kun había desaparecido uno de los artistas para dejar las letras grandes para el 10 del Barça. Y me decepcionó. No por Messi, que completó un gran partido, con no gol incluido (¿se imaginan a un portero celebrando una magnífica estirada, plástica, elástica, bella, y que, tras rozar la pelota con la punta de los dedos, ésta golpea el larguero y se cuela por toda la escuadra al fondo de la red?), sino porque en aquellos 90 minutos había habido tanto fútbol, tanto de lo que hace de este deporte un espectáculo único, desde el esplendor del juego del Barça al gol magnífico de Maxi que alimentaba las esperanzas rojiblancas, que dejarlo todo reducido a un solo nombre iba en contra de las normas básicas del fútbol. Éste es un juego colectivo, de equipo, de todos para atacar y todos para defender. Y el Barcelona había filmado un spot de 90 minutos que homenajeaba a las esencias de este deporte, en que la suma de 11 es mucho más que 11, en que la velocidad del balón es siempre mayor que la del jugador, en que la agilidad mental convierte una acción de peligro en mi portería en medio gol en la del rival. Fíjense que hasta los goles culés cayeron repartidos como la lotería en sus buenos tiempos, excepto el doblete de Eto'o con lanzamiento de penalti incluido.

Tal vez por eso Guardiola sustituyó a Xavi, para recoger aplausos y mostrar con gestos que el éxito era colectivo. De ahí sus dos tandas de aplausos cuando se retiraba el de Terrassa: unos para Xavi, los otros para todo el equipo.

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