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La Academia distingue el amor de Rutherford por la cultura gallega

El británico ingresa como miembro de honor

El enigma de la Gioconda tiene equivalente en Galicia: en misterio, hermosura y singularidad, la Mona Lisa de Leonardo da Vinci compite con la sonrisa del profeta Daniel en el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago. La risueña figura del pétreo coro compostelano creado por el maestro Mateo en 1180 es "única en el arte románico" y "resiste toda interpretación definitiva". Con esta conclusión ingresó ayer como miembro de honor de la Real Academia Galega el hispanista británico John Rutherford.

Catedrático de Oxford, traductor e investigador de las letras españolas y artífice del centro de estudios gallegos en la universidad inglesa, su trayectoria "de estudio, amor y apoyo a la cultura de Galicia" hacía imprescindible su presencia entre los académicos de la institución, destacó su presidente, Xosé Ramón Barreiro. "Feliz" y emocionado, Rutherford aceptó la designación como una nueva oportunidad, tras 50 años de entrega "al árbol galleguista", como representante de una "rama floreciente, la de los estudios gallegos en el Reino Unido". Retirado desde hace poco más de dos meses como docente en Oxford, el catedrático rogó participar activamente en la Academia. Los jubilados necesitamos "muchas actividades para no morir de aburrimiento", añadió.

No es casualidad que el hispanista, a punto de terminar un libro sobre la sonrisa en la literatura medieval española, eligiera a la figura del Pórtico de la Gloria para su discurso de ingreso en la Real Academia. Fascinado por ese "gesto tan pequeño como tan grande" que supone sonreír, este británico que vive a caballo entre Oxford y Ribadeo (Lugo) se explayó en "un sereno, racional y científico" estudio sobre la risueña estatua compostelana del profeta Daniel para demostrar que es realmente tan singular como enigmática.

La figura de Daniel en ese pórtico deslumbró a Rutherford (Saint Alban, Reino Unido, 1941) cuando realizó por primera vez el Camino de Santiago, hace 14 años. No sólo resulta "hermosa, esplendorosa y única" la sonrisa de la estatua, sino también que fuese un Daniel representado como "imberbe, joven, mirando en sentido contrario a sus compañeros". Rutherford está convencido de que el profeta sonríe desde lo alto del Pórtico para dar la bienvenida, acogedora y confortadora, al peregrino que llega cansado de su ruta.

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