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Poesía, música y artes plásticas rompen sus límites en el CGAC

Experimentar con la mezcla de disciplinas como la poesía, la música y las artes plásticas es el objetivo del ciclo Tabula rasa. Nuevas prácticas transdisciplinarias que concluye hoy en el Centro Galego de Arte Contemporáneo (CGAC) de Santiago. Los coordinadores del programa, Fran Alvárez y María Pose, aspiran a que el espectador se olvide de los criterios de clasificación que suelen imperar en el mundo del arte y puedan sumergirse en un cajón de sastre intencionadamente desordenado a la búsqueda de nuevas sensaciones.

El espectáculo poético Tender a man, protagonizado por la poetisa Yolanda Castaño, abrió el jueves el ciclo. A lo largo de 45 minutos, la poesía, la música y la videocreación se mezclaron en un espectáculo que supuso toda una reivindicación de las nuevas formas de hacer llegar la poesía al público por las que aboga la escritora coruñesa. Las pinturas de Isabel Pintado, el grafismo de Enrique Lista, un montaje de vídeo de Manu Viqueira y la ambientación sonora del grupo Sulxeitos acompañaron a Castaño durante la lectura de unos poemas que parecen escritos para ser leídos sobre un escenario. Tras esta actuación intervino el artista sonoro, músico y compositor suizo Gilles Aubry, que se dedica a la investigación de aspectos formales, perceptuales y antropológicos del sonido.

Danza, música y poesía se mezclan en el espectáculo Late, que ofrecieron ayer Branca Novoneyra e Isaac Garabatos. También ayer se presentó en el CGAC la mezcla de música electrónica e imaginería de las películas de ciencia ficción japonesa por parte del grupo Scum&Bones. Su actuación estuvo acompañada por la del artista audiovisual turco Batur Sönmez.

Para la jornada final de hoy, que se desarrollará a partir de las 19 horas, están previstas las actuaciones del grupo lituano Sintejiza y de los músicos Joaquín Lana y Arnaud Rivière. Sintejiza está formado por un centenar de poetas, videocreadores, compositores, performers y bailarines que trabajan conjuntamente e investigan nuevas fórmulas de comunicación a través de proyectos revolucionarios. Joaquín Lana utiliza todo tipo de artilugios para someter a los espectadores a un elevado nivel de presión sonora. Su obra está conectada en cierta forma con la de Arnaud Rivière, un artista que mezcla aparatos de sonido de distintas épocas para sorprender a los oyentes.

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