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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Carlos González, obispo de los perseguidos

Defendió los derechos humanos en la dictadura chilena

Rocío Montes

El obispo chileno Carlos González Cruchaga, fallecido el domingo 21 de septiembre, formó parte de esa noble fracción de la Iglesia católica, liderada por el cardenal Raúl Silva Henríquez, que no se tapó los ojos con las cómodas vendas de la indiferencia durante el régimen de Augusto Pinochet.

Nacido en 1921 en Santiago, y ordenado sacerdote en 1944, desde el comienzo de la dictadura tomó la valiente decisión de instalarse del lado de los oprimidos. Lo demostró en el paredón, pocos días después del golpe de Estado, en septiembre de 1973. El intendente socialista Germán Castro, de 33 años, fue informado de que le iban a fusilar. A su lado, un horrorizado obispo González se resistió a dejarle solo y le acompañó hasta que los 12 balazos retumbaron en sus oídos. "Lo más fuerte que he vivido en mis 62 años de sacerdocio", reconoció el religioso en 2006.

Primo y ahijado del santo chileno Alberto Hurtado Cruchaga, teólogo, partidario de las misas cortas y precisas, en 1967 fue nombrado obispo de Talca. A 260 kilómetros al sur de Santiago, entre vides, ríos y montañas, asumió como propias las miserias del mundo rural. En 1976, en plena dictadura, creó el Centro Regional de Asistencia Técnica y Empresarial (CRATE) para capacitar a los campesinos y ayudarles en la defensa de las tierras que les estaban siendo arrebatadas por el régimen.

El Gobierno de Pinochet tuvo aliados dentro de la Iglesia, pero también silenció con las armas a religiosos como el francés André Jarlan y el español Joan Alsina. Otros, como el obispo González, quedaron en pie para denunciar los constantes y brutales atropellos a los derechos humanos. Como sucedió en noviembre de 1978, cuando se enfrentó a Pinochet tras el hallazgo en Lonquén de los primeros cadáveres de detenidos desaparecidos tras el 11 de septiembre. Diez años más tarde, como presidente de la Conferencia Episcopal, fue de los que convenció a la izquierda de que el plebiscito de 1988 era la única forma de sacar al dictador del poder. A través de la Operación Belén, desempeñó un papel clave en la transparencia del referéndum.

Tras la llegada de la democracia fue nombrado obispo emérito de Talca en 1996. Entonces se dedicó, por medio de la escritura, a seguir buscando la verdad. En ¿Y qué hiciste con tu hermano?, por ejemplo, da a conocer a las nuevas generaciones de chilenos lo ocurrido entre 1973 y 1990. "Verlos torturados, ver gente desecha, con las manos desechas, ver un hombre colgado del techo durante unas cuantas horas, las piernas hinchadas como tarro", dijo González en la presentación del libro a comienzos de 2008.

Falleció en Talca, junto a sus campesinos, a causa de un cáncer hepático terminal que le fue detectado el pasado agosto. La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, poco antes de su muerte le envió una carta reconociendo su valiente labor en los tiempos más oscuros: "Éste es un buen momento para darle las gracias por todo el bien que le ha hecho usted a Chile y a su pueblo". Y el pueblo también se lo agradeció, pero en la calle: el día de su funeral, miles de personas le despidieron dentro y fuera de la catedral de Talca, donde fueron sepultados sus restos.

El obispo chileno Carlos González Cruchaga.
El obispo chileno Carlos González Cruchaga.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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