El secreto del orangután
La oscura historia económica es sorprendente y a veces, incluso, tiene su toque de humor. El patriarca de los Kennedy se olió el crack del 29 cuando comprendió que si su limpiabotas podía especular en la bolsa es porque el mercado estaba sobrevalorado. La primera gran crisis del capitalismo se produjo por la tulipmanía, cuando, en 1637, se hundió el disparatado mercado de bulbos de tulipanes en la bolsa de Amsterdam.
Por eso, en mi enciclopédica ignorancia de los asuntos económicos y con la que está cayendo, no me ha preocupado especialmente que el pasado sábado la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), el grupo de presión que agrupa a los peces gordos de la economía valenciana, pidiera al Gobierno y al Banco Central Europeo que avale a bancos y cajas, ni me han inquietado más de la cuenta las últimas inyecciones de miles de millones de euros en los mercados. No. La noticia que a uno le ha puesto la mosca detrás de la oreja puede parecer un tanto excéntrica, o, si se quiere, exótica, como Boris, el orangután que la protagoniza.
Es un secreto a voces que la mala situación de las finanzas públicas valencianas se aguanta gracias al chorreo de Bancaja. Pero lo que uno no podía imaginar es que para dar de comer a Boris, el último prisionero del viejo zoo de Viveros, su patronato, dependiente del Ayuntamiento y de la Diputación, hubiera tenido que recurrir a un préstamo de la socorrida entidad bancaria que preside José Luis Olivas. Rain Forest, la empresa que obtuvo de Rita Barberá la concesión del Bioparc, se ha llevado a andana y no quiere saber nada del pobre Boris. Según la concejala socialista Carmina del Río, la empresa incumple el contrato sin que la alcaldesa haga nada al respecto. Así que, una vez más, le han colgado el mochuelo, en este caso el mono, a Bancaja. Total, 60.000 euros para mantener al simio y a sus cuidadores.
Jules Renard escribió en una página de su diario que el mono es nuestro pariente pobre. Depende. Al mono, si tiene buenos padrinos, en Bancaja le pueden dar un crédito. También dijo que el mono es un hombre que ha fracasado. Puede ser, pero quienes sí parecen haber fracasado son las autoridades financieras del mundo mundial, reconvertidas del capitalismo ultraliberal al proteccionismo interesado. Algo perfectamente expresado en la versión celtibérica que nos ha ofrecido estos días el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, al pedir que se abra "un paréntesis" en la economía de mercado para salir de la crisis. Creo que era Ortega quien decía que el hombre era un mono que se había vuelto loco. Por eso, cada vez resulta más difícil discernir quiénes están menos cuerdos, si estos pobres simios, encerrados en el manicomio de los zoos, o esos supergurús de las finanzas, que, como diría el propio Renard, han demostrado tener un cerebro similar al que podemos encontrar en cualquier carnicería.
Hipotecados y enjaulados. El hombre y el mono, unidos por Bancaja. ¿Por mucho tiempo? De momento, por tres meses. Período en el que esperan poder deshacerse del bueno de Boris, mandándolo a Holanda. Un plazo por el que ya firmarían los cerebros de Bancaja para quitarse de encima algunas inversiones de auténtico alto riesgo. El orangután Boris, todo un síntoma.
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