La escultura rotunda

La tradición escultórica vasca, que representan artistas como Chillida, Oteiza o Basterretxea, se caracteriza por la integración de las obras en el paisaje, como si la escultura formara parte de la naturaleza o la perversión que de la naturaleza ha modificado la mano del hombre. Carlos Ciriza es navarro y bebe de esa tradición. Hace unas semanas, Ciriza ganó el concurso internacional para la ejecución de una obra monumental en la Zona Cero de Nueva York, ese desolado solar en el que, hasta el 11 de septiembre de 2001, se alzaban las Torres Gemelas. La obra, que lleva el título de Arropados en el tiempo, se erigirá en el World Financial Center de Manhattan, un espacio colindante con el que ocupaban los rascacielos destruidos en el atentado. Desde el pasado 18 de septiembre no hará falta volar a Nueva York para ver el trabajo de Carlos Ciriza. Una amplia retrospectiva de la obra del escultor navarro se puede contemplar en la Galería Alba Cabrera de Valencia, en la que Ciriza ha instalado una selección de sus obras recientes, dominadas por la experimentación y la búsqueda del espacio. Espacios y tiempo, que así se llama la propuesta de Ciriza, destaca por la monumentalidad de sus obras, no en tamaño, imposible de ubicar en un lugar como la galería valenciana, sino en rotundidad, una condición que las hace profundas e irrepetibles.